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DRAFT NFL 2015

Subir en el draft a por un QB no suele ser buen negocio

Con notables excepciones, lo habitual es que los equipos que se la juegan por un pasador del que se enamoran en el proceso de selección fracasen.

Robert Griffin III, en una de sus lesiones en la NFL.
Al BelloGetty Images

Como ocurre cada año, en cuanto se aproximan las fechas del draft aumenta el ruido de los rumores sobre los equipos que se enamoran de tal o cual QB y aseguran ser capaces de tirar la casa por la ventana para conseguirlo. El proceso es similar en cada ocasión: un equipo necesitado de un pasador pero que no elije entre los dos o tres primeros puestos, un entrenador jefe y un general manager que creen que es la pieza que les falta para aspirar a la Super Bowl, una plantilla que parece aceptable sobre el papel para pelear la temporada... y un equipo, avispado, que elije muy arriba en el draft y que se pasa meses dejándose querer para vender su elección. Con una posición de poder sólo comparable a la de una mujer guapa en una discoteca, la franquicia vendedora acaba por sacar poco menos que los ojos a los necesitados que, sin medida, entregan pieza tras pieza para conseguir a su querido QB.

Ahora lo estamos viviendo con Marcus Mariota. Descontado que Tampa Bay Buccaneers, con la elección número uno del próximo draft, elijan a Jameis Winston, los demás equipos que quieren un QB se han lanzado a filtrar rumores sobre su interés en Mariota. Para acceder a él han de subir hasta el puesto número dos, el de los Tennessee Titans... y estos ya deben estar preparando el hachazo que esperan pegar a algún incauto.

La historia ha demostrado, en la era moderna de la NFL, que ceder mucho para conseguir un QB en el draft suele ser una mala idea. Los motivos son varios. Primero, hay que tener en cuenta que todo equipo con tal necesidad lo más normal es que tenga muchos más huecos que cubrir en la plantilla; el draft de la NFL sirve para cubrir esos huecos y, por pura matemática, cuantas menos elecciones del draft tienes menos los llenas. Segundo, la necesidad nubla la mente y el raciocinio, y propicia que se caiga en la exageración de las virtudes del QB soñado. Como en el amor, vaya. Y tercero, todo equipo que pone mucho sobre la mesa por un sólo jugador ha de saber que la presión que le mete a ese pobre chaval va a ser descomunal: él, y sólo él, ha de salvar a la franquicia. Demasiado para un simple jugador de fútbol americano.

Tomando sólo los últimos quince años como muestra, en el draft de la NFL se han producido 14 intercambios en la primera ronda que tenían como objetivo un QB. 

En el año 2001 los Atlanta Falcons intercambiaron su primera ronda, más una tercera, con los San Diego Chargers por pasar de elegir quintos a primeros. Su objetivo era Michael Vick. Y no es que no empezase bien su carrera en la NFL, pero lo cierto es que nunca respondió a la expectación que creó e, incluso, dejó el equipo cuando tuvo que entrar en prisión tras participar en peleas de perros.

En el 2003 los Baltimore Ravens subieron hasta el puesto 19 para elegir a Kyle Boller. Para ello dieron a New England Patriots su segunda ronda de aquel año y la primera del 2004. Con Boller, los Ravens no llegaron al 50% de victorias y, para mayor dolor, aquella primera ronda de 2004 acabó siendo Vince Wilfork, que cuenta con dos anillos y es una leyenda de los Patriots.

En el 2004 los Buffalo Bills dieron una segunda, una quinta y la primera ronda del siguiente año por llegar al puesto 22 de los Dallas Cowboys y adquirir a J.P. Losman, uno de los tantos fracasos de la franquicia en el puesto.

En el 2005 los Washington Redskins se la jugaron por Jason Campbell, escogido en el puesto 25 al que accedieron dándole a los Denver Broncos la tercera ronda de ese mismo año más una primera y una quinta del 2006. Campbell se quedó muy lejos de ser el QB soñado por los Redskins.

Precisamente los Denver Broncos, en ese 2006, usaron esa primera ronda, y una tercera, para cambiar puestos con los Saint Louis Rams y, con la elección 11, quedarse con Jay Cutler. La tormentosa relación de Cutler con los Broncos nunca será considerada un éxito.

En el 2007 fueron los Cleveland Browns los que dieron su segunda ronda, y una primera del siguiente año, a los Dallas Cowboys para quedarse con Brady Quinn en el puesto 22. De nuevo, fracaso total.

Mark Sánchez en su jugada más famosa: el culo-fumble
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Mark Sánchez en su jugada más famosa: el culo-fumbleTwitter de New England Patriots

Ya en el 2009 los New York Jets dieron su primera y su segunda ronda para pasar del puesto 17 al 5 y quedarse con Mark Sánchez, convertido en toda una imagen de los duelos y lloros de la franquicia en años recientes. Los Browns, receptores del cambio, hicieron encaje de bolillos y mandaron esa elección 17 a Tampa Bay Buccaneers quienes escogieron a Josh Freeman que, cumpliendo con la máxima, nunca se convirtió en un QB franquicia.

Año 2010. Josh McDaniels, entrenador de los Denver Broncos, genio ofensivo, se vuelve loco de amor en el proceso previo al draft y tira la casa por la ventana por Tim Tebow, la figura más polarizante de la historia reciente del deporte americano. Una segunda, una tercera y una cuarta ronda ganaron a los Baltimore Ravens por ceder a Denver el derecho de elegir en el puesto 25. Para siempre quedará en la mente de los aficionados la imagen, nunca confirmada, de un Jay Cutler viendo el movimiento desde su casa y jurando que nunca jugaría para ese McDaniels. Tim Tebow, como es sabido, hace tiempo que está fuera de la NFL.

En el 2011 fueron los Jacksonville Jaguars los que se pusieron nerviosos y subieron del 16 al 10, pagando una segunda ronda a los Redskins, para hacer de Blaine Gabbert su esperanza de futuro. Sólo un par de años después ya se habían arrepentido.

Pero el gran fracaso, con mayúsculas, de este tipo de apuestas tuvo lugar en el 2012. En pleno debate sobre quien era mejor, si Andrew Luck o Robert Griffin III, Mike Shanahan, entrenador de los Washington Redskins, apostó a todo o nada con el chaval. Para llegar al número dos, desde el seis, le dio a los Saint Louis Rams, ojo, las dos primeras rondas de los siguientes años (2013 y 2014) y una segunda ronda del 2012, además de la primera de 2012, como es lógico. Una barbaridad que los Rams, con subsiguientes cambios, acabaron convirtiendo en Michael Brockers, Janoris Jenkins, Isaiah Pead, Rokevious Watkins, Alec Ogletree, Stedman Bailey, Zac Stacy y Greg Robinson. A Shanahan le costó el puesto un año después. A Griffin una presión que, a día de hoy, aún no ha sabido asimilar. A la franquicia, una indefinición de la que no han salido hasta el momento.

Más modestos, pero igual de mediáticos, fueron el año pasado los Cleveland Browns al pasar de elegir en el 22, desde el 26, pagando una tercera ronda a los Eagles, para elegir a Johnny Manziel. El chico, ahora mismo, está en una clínica de desintoxicación y su presente en la NFL es cuestionado por tirios y troyanos.

Hay dos excepciones a todas estas catástrofes: los New York Giants en el 2004 consiguiendo a Eli Manning y los Baltimore Ravens en el 2008 haciendo lo propio con Joe Flacco. Sin embargo, y viendo los datos, parecen extrañezas dentro de una tendencia negativa. Incluso en el caso de Manning, y si nos fijamos en las estadísticas de una web de referencia como es ProFootballFocus, los jugadores que consiguieron los San Diego Chargers en aquel intercambio tuvieron mejores números en su carrera que los que aportó Eli a los Giants.

¿Estará Mariota en esta lista? No se puede saber, pero lo que sí que se puede predecir es que cualquier equipo que quiera al QB de Oregon tendrá que negociar con los Tennesse Titans y que estos pedirán mucho por ese dos en el draft. Tanto, tanto que lo más probable es que el equipo que acepte el trato lo acabe pagando. Ellos y su QB, que tendrá un peor equipo con el que trabajar y unas expectativas irreales sobre su rendimiento.