NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

SILLONBOL

La NFL da segundas oportunidades si tienes talento

Jugadores marcados por la violencia de género han encontrado hogar de nuevo en la liga, porque son útiles a sus equipos y eso es lo que de verdad importa

Actualizado a
Greg Hardy en un partido con los Carolina Panthers
Streeter LeckaGetty Images

Si hubo una línea general de noticias que domino la pasada temporada en la NFL fue la de los jugadores sancionados por causa de la violencia doméstica. Más allá de lo que sucedió en el campo, más allá incluso del grave problema de seguridad de los jugadores y sus conmociones cerebrales, lo que todo el circo que lleva consigo la liga eligió como gran asunto del pim pam pum continuo fue la relación de la gerencia de la competición con sus ovejas más negras: aquellos que abusan físicamente de sus mujeres o de sus hijos.

Esa fue la razón básica por la que se considera que el 2014 fue un año horrible para Roger Goodell, comisionado de la NFL, y para la liga en sí.

El principio de toda la ola de porquería que inundó la liga fue la sanción que se aplicó a Ray Rice. El corredor de los Baltimore Ravens golpeó a su mujer en un ascensor y a Goodell se le ocurrió sancionarle con dos partidos de suspensión. Digo se le ocurrió porque, en efecto, fue así. Al no existir una legislación definida al respecto, el comisionado tiró por la calle de el medio y pensó que cerraba el asunto con un carpetazo tan poco contundente.

Se equivocó.

Poco después el portal TMZ conseguía el vídeo de la agresión y lo hizo público. La reacción fue tan devastadora que por poco se lleva el puesto de Goodell consigo. Una cosa es conocer los hechos y otra muy diferente tener una evidencia audiovisual del acto. La repugnancia por la agresión, por la pérdida de consciencia de la entonces prometida de Rice en aquel ascensor, elevó la indignación popular e hizo crecer la bola de nieve hasta que la NFL apartó al jugador durante toda la temporada de los campos. La rectificación no apaciguó a nadie.

Y sólo era el principio. Poco después Greg Hardy, pass rusher de los Carolina Panthers fue denunciado por agresiones y amenazas a su pareja. Adrian Peterson, corredor estrella de la liga y de los Minnesota Vikings, entendió la educación de su hijo como una coartada para darle palos y mandarle al médico. Ray McDonald, línea defensivo de los San Francisco 49ers, fue acusado de agresiones domésticas y, posteriormente, de violación, aunque no fue condenado en ninguno de los dos casos e, incluso, ha demandado a la mujer que lo acusó de violación.

Todos ellos se perdieron la temporada 2014.

Ampliar
Kirby LeeUSA Today

Pero, ahora mismo, Greg Hardy ya es jugador de los Dallas Cowboys y Ray McDonald de los Chicago Bears. Ambos son jugadores talentosos y eso está por encima de lo que pudieran hacer. Algo parecido le sucede a Adrian Peterson, que está peleando para que los Minnesota Vikings le dejen escoger equipo, algo que demostraría lo mismo que en los dos casos anteriores: que en esta liga juegas si tienes talento.

Es por eso por lo que Ray Rice es el tipo que más difícil tiene encontrar equipo. No es debido al vídeo. No es debido a las acusaciones. No es debido al enfado de la sociedad. Es porque ya mostró signos de estar en franca caída como jugador en la 2013. Y no hay más. Ese es el motivo por lo que es más complicado que tenga una segunda oportunidad.

No me entendáis mal, tampoco estoy acusando a los equipos de la NFL de nada que no sea norma común en la sociedad. De hecho, es encomiable que haya segundas oportunidades para todo el mundo, incluso para gente acusada de actos tan viles y despreciables, máxime si tenemos en cuenta que sus casos han ido embarrandose judicialmente. Es decir, a veces parece que le pedimos a la NFL que cumpla un papel que ni la justicia es capaz de cumplir.

Y a la vista tenemos, aquí en España, asuntos como el de Rubén Castro en el Betis, también acusado de un supuesto caso de maltrato de género, en el que no hay voz alguna que proteste porque siga en los campos de fútbol ni se pide a la LFP que actúe de oficio.

Pero la conclusión no puede ser otra que el deporte profesional, no sólo su estructura sino también sus seguidores, es muy capaz de dar segundas oportunidades a cualquiera. Siempre y cuando tenga talento, claro, siempre y cuando tenga talento.