La dureza y la pureza de la NFL se concentran en la AFC Norte
Bienvenidos al Norte. Concretamente, a la AFC Norte. Cuando hacemos referencia a estos territorios septentrionales se nos vienen a la mente imágenes de bellos paisajes verdes, de clima complicado y en ocasiones inhóspito, con gentes sencillas y trabajadoras, acostumbradas a la dureza del entorno. ¿Cómo se trasladan estas sensaciones al football? Pues exactamente de la misma manera. Para algunos aficionados, el juego que se practica en esta división puede resultar monótono, áspero y, en ocasiones, incluso aburrido. Sin embargo, para otros muchos seguidores incondicionales, aquí es donde vive el auténtico fútbol americano. Puede que consideréis excesiva esta afirmación. Intentaré demostrar que no lo es.
¿Qué nos haría considerar una división mejor que otra? Probablemente, aquella que combine calidad en el juego con éxitos deportivos. Un dato que nos podría definir esta conjunción de características sería la capacidad de enviar equipos a la fase de playoffs de forma continuada. Bajo este prisma, tenemos que desde la temporada 2002-03 en que la Conferencia Americana se distribuyó en las cuatro divisiones actuales, ha sido precisamente la AFC Norte la que más representantes ha enviado a playoffs. Así que no será la más espectacular, puede que incluso ni la más laureada (aunque cuenta con bastantes campeonatos en su haber). Pero, sin duda, es la más reñida y la que año tras año garantiza más competitividad entre sus cuatro componentes.
No hay mayor estímulo para mejorar que tratar de superar a tus principales competidores. Y estas franquicias llevan décadas zurrándose unas a otras. Sin querer aburrir con tediosos datos históricos, considero interesante apuntar que esta rivalidad se inició en la desaparecida All-American Football League (una liga que apenas duró de 1946 a 1949) entre los Cleveland Browns y el equipo de Baltimore (por entonces llamado “Colts”). Esta liga fue absorbida por la ya existente NFL (no la actual, sino una anterior que se llamaba igual), en la cual, de 1950 a 1969, Steelers y Browns compartieron división bajo diversas denominaciones (American, Eastern, Century). En 1970 se produce la fusión de esta Nacional Football League con la American Football League, y de esta reorganización surge la división AFC Central que conformaban Steelers, Bengals y Browns, y que pasados los años también incluiría a los Baltimore Ravens.
Como podéis comprobar, los destinos de estas cuatro franquicias han estado ligados prácticamente desde su creación. No en vano dos de ellas, los Cleveland Browns y los Cincinnati Bengals, tuvieron el mismo fundador: Paul Brown. Y por supuesto, los Baltimore Ravens no son sino los originales Cleveland Browns, que en 1996 cambiaron de denominación y de ciudad (los actuales Browns, aunque conservan el legado asociado a su nombre, surgieron como franquicia de expansión en 1999).
Pero dejémonos de historias. También en la actualidad existen múltiples interrelaciones entre las 4 franquicias. Marvin Lewis, nacido a 30 Km. de Pittsburgh, fue coordinador defensivo de Baltimore antes de convertirse en entrenador jefe de Cincinnati. Mike Pettine, actual head-coach de los Browns, inició su carrera en la NFL como entrenador de linebackers en Baltimore, y conserva una gran amistad con el head-coach actual de los Ravens, John Harbaugh, cuyas hijas juegan juntas a lacrosse. El mítico coordinador defensivo de los Steelers, Dick LeBeau, estuvo en la disciplina de los Bengals durante 18 años en varias etapas ocupando diversos puestos, entre ellos el de entrenador en jefe.
Esta endogamia no se limita a los entrenadores. En un hecho poco frecuente en la NFL, pero aquí es habitual ver en una plantilla jugadores que han militado en otro rival divisional. Ejemplos recientes los tenemos en los LBs Harrison (PIT y CIN) o Kruger (BAL y CLE), el WR Hawkins (CIN y CLE), el SF Miles (CIN y BAL), e incluso casos tan sorprendentes como los del QB Gradkowski y el RB Peerman, que han jugado para 3 de ellas (CLE, CIN y PIT el primero; BAL, CLE, y CIN el segundo).
Esta aparente “intercambiabilidad” de jugadores y entrenadores se debe a que el tipo de juego, el estilo AFC Norte, es muy similar en las cuatro franquicias. Estamos hablando de equipos que juegan sus partidos como locales en ciudades frías del norte de los Estados Unidos, en campos descubiertos, lo que determina forzosamente la estrategia más adecuada para adaptarse a tan particular climatología. En estas normalmente adversas condiciones ambientales cobran vital importancia las trincheras. Los choques entre líneas ofensivas y defensivas son brutales. Deben serlo para imponerse en lo que constituye la esencia del estilo AFC Norte: dominar con el juego de carrera en ataque y contenerlo en defensa. Para hacernos una idea, los equipos de esta división invirtieron el año pasado una media de 25 millones de dólares en sus pass-rushers titulares, un promedio superior al de otras divisiones. Igualmente, para comprender mejor la importancia que se presta al juego terrestre, en los últimos 3 drafts, de los 21 runningbacks seleccionados en las 3 primeras rondas, 7 han recalado en alguno de los 4 equipos de la AFC Norte. Así que, aunque obviamente equipos de este nivel también dispongan de productivos juegos de pase, gracias a unos cuantos receptores y quarterbacks de lo mejor de la liga, la filosofía ofensiva predominante es la anteriormente expuesta: controlar el ritmo del partido en base a un poderoso juego de carrera. Como se hacía antes. Como para algunos, se debería seguir haciendo siempre.
Asimismo, son equipos que poseen una irrenunciable cultura defensiva. Cada una con sus particularidades, son defensas muy agresivas, inteligentes y oportunistas, que normalmente rondan todos los años los primeros puestos en las estadísticas más importantes. Rex Ryan, Chuck Pagano o Mike Zimmer han visto promocionar sus carreras hasta llegar a ser head-coaches tras haber sido coordinadores defensivos en la AFC Norte. Desde los tradicionales derbys del estado de Ohio entre Bengals y Browns, a los épicos enfrentamientos entre Steelers y Ravens, en cualquier choque entre estas franquicias saltan chispas, y son encuentros que conviene ver a una distancia prudencial del televisor por si se escapa alguna. Aquí no se hacen prisioneros. No se tiene compasión ni siquiera con los inofensivos punters, como bien pueden atestiguar los de Bengals y Browns, que en temporadas consecutivas salieron malheridos del estadio de Pittsburgh. Estos partidos divisiones son, por tanto, generalmente muy igualados, no suelen terminar con marcadores abultados, y su pronóstico siempre es incierto.
Esta similar mentalidad adusta también se traslada a la política de sus directivas. Para desesperación de sus seguidores, que contemplan con envidia cómo otros equipos gastan ingentes cantidades en deslumbrantes estrellas mediáticas, los aficionados de los equipos de la AFC Norte nos debemos armar de paciencia y repetir el conocido mantra de que no hay nada mejor como lo de casa, y que el campeón en Marzo no suele serlo en Febrero del año siguiente. El principal objetivo común de estas franquicias es retener a sus propios jugadores y crecer a través del draft. La sobriedad siempre ha funcionado mejor que las estridencias. Cuando se ha intentado algo más exótico (casos de Terrell Owens, Jake Delhomme, o incluso Elvis Grbac si nos vamos más atrás en el tiempo) el resultado no salió como esperaban.
Así es la AFC Norte. Dura, frugal, indómita, irreductible, pendenciera…No es apta para todos los públicos. ¿Te atreves a seguirla?