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FINAL DEL MUNDIAL | QATAR 22 - FRANCIA 25

La Francia de Karabatic despierta a Qatar de su sueño mundialista

El equipo formado a base de nacionalizaciones y fichajes no pudo con Francia (22-25), que ya tiene la triple corona: Mundial, Juegos y Europeos.

Doha
Francia, campeona del mundo con Omeyer en primer plano.
Robert GhementEFE

No hubo milagro qatarí (22-25). Ya era suficiente con jugar la final. Ganarla, ante la Francia actual, imposible, aunque el orgullo de este equipo formado a golpe de fichajes internacionales, fue tanto que puso a la campeona en un brete a lo largo de los sesenta minutos. Pero los galos ya pueden presumir de la triple corona: olímpica, europea y mundial. Su hegemonía actual es absoluta además de conquistar su campeonato del mundo, el cuarto para los veteranos Omeyer y Jerome Fernández.

Nikola Karabatic es, además, el cerebro, el motor, y el ejecutor de este equipo, el hombre que decantó el choque dominando la defensa, además. El barcelonista fue un gigante. Se movió en la cancha con una facilidad impecable, con una zancada majestuosa, con una potencia imparable. De su capacidad llegó la victoria francesa, con gente con mucho músculo, pero también otros tan atléticos como elásticos.

Es decir, la oposición de Qatar tiene un mérito ejemplar, y lo que ha logrado Valero Rivera con este grupo es digno del mejor alquimista, la transformación de una vulgaridad en talento colectivo. No hay muchos entrenadores en el mundo del deporte que puedan presumir de ese prodigio, porque con nombres desconocidos en la élite mundial ha disputado y peleado hasta el último por romper toda la tradición y la historia de ser el primer país no europeo en colgarse el oro. No pudo. La plata debe saberle a gloria. Qatar tocó el cielo, pero no entró por culpa de Francia. Nada que matizar.

Onesta, sin embargo, tardó en verlo claro. Y el seleccionador francés resoplaba en el banquillo, con sus belfos batiéndose de nervios, porque Fracia se fue pronto, y parecía que batir el récord de diferencia de goles de 2013 en el Sant Jordi; imposible. Qatar remontó, sacó su agresividad, metió el choque en un pañuelo brusco, y aguantó a los galos, a los que había igualado casi al empezar la segunda parte.

Luego, todo igual. Siempre con ventaja francesa, pero justa (17-18, minuto 40). La espadas en alto, la duda en el ambiente, la posibilidad de derribar un mito. Pero fue imposible. Se agotó Qatar, apareció Omeyer, todo se conjugó para a que 30 segundos del límite Francia al fin pudiera aliviar la tensión y celebrar el título: 22-25. A Bertrand Roine, ahora qatari y campeón mundial con su país de origen en 2011, debió dolerle: él podría haber convertido en doble campeón mundial con Francia y contra Francia.