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Natación | Jessica Vall

“En el futuro me gustaría dedicarme al antidopaje”

Jessica Vall compagina la natación con la biomedicina. La nadadora española tiene un reto en la cabeza: “Mi mayor sueño ahora es meterme en la final del 200 braza del Mundial”.

Actualizado a
Jessica Vall, en el laboritario del Hospital del Mar.
Fernando Zueras

A las 10:00, Jessica Vall abandona deprisa el CN Sant Andreu de Barcelona, donde ha estado entrenando desde las 06:00. Su destino es el Parque de Investigación de Biomedicina, su lugar de trabajo desde hace un año como “técnica de laboratorio”. A las 13:00 come y descansa ligeramente, porque por la tarde se repiten los entrenamientos. Se casó en septiembre y está estudiando un máster a distancia promovido por la UCAM. “La biología no me ayuda a nadar más, pero sí que me ha aportado concentración. Cuando estudias una carrera desarrollas muchas capacidades”, reflexiona.

Ataviada con una bata blanca, la medallista europea (bronce en los 200 braza en Berlín) se dedica a la investigación: “Ahora mismo intentamos detectar las proteínas en una sola gota de sangre”. Pese a que aún está en condición de prácticas, Vall forma parte del equipo de Jordi Segura, director del Laboratorio Antidopaje de Barcelona, que está en el Hospital del Mar y es uno de los dos acreditados por la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) en España. Un hábitat en el que a Jessica le encantaría entrar en un futuro: “Me gustaría trabajar en antidopaje porque creo que es la disciplina que combina mis dos pasiones, la biología y el deporte”.

Pero, por ahora, la catalana disfruta de una trayectoria acuática que ha ido a más con el paso de los años, a la inversa de lo que marcan los cánones: “Tuve que tomar una decisión muy importante. Lo hablé con mis padres y llegamos a la conclusión de que lo mejor era terminar la carrera rápido, en los cinco años que tocaban. Me ayudaron mis compañeros y la tutora de alto rendimiento, y lo logré. Si me lo hubiese planteado de otra manera, no lo habría conseguido. Hice muchos sacrificios, comía en tuppers, iba a entrenar al mediodía... Y ahora he ganado estabilidad. Descanso más, como mejor... Eso se nota”.

Es la tercera bracista europea en los 200 y mira de reojo el Mundial de Kazán: “Tengo que seguir por este camino. Sé cuáles son mis rivales en Europa, pero tengo que ver cómo rinden japoneses, estadounidenses... Mi sueño sería la final”. Y, luego, los Juegos de Río, aunque de ellos habla con la boca pequeña.

Más apoyo. “Creo que en España deberían existir más universidades como la UCAM, que te adapten los estudios al alto rendimiento”, analiza, al mismo tiempo que sonríe, como de costumbre. A sus 26 años, Vall arrolló en los recientes Campeonatos de España representando al CN Sant Andreu: sumó siete oros, una plata y un bronce.