Sumo
El mongol Hakuho se convierte en leyenda del sumo
Iguala el récord del mítico Taiho con 32 títulos en la Copa Emperador. Gran evolución: llegó a Japón con 15 años y 62 kilos, y ahora pesa 154
Es un deporte con 1.500 años de historia en Japón, donde es el pasatiempo favorito por excelencia, y donde los luchadores de sumo son considerados auténticos ídolos. Y, sin embargo, desde 2006 los que dominan la arena son extranjeros, en especial el mongol Hakuho, que acaba de igualar con 32 grandes títulos de la Copa Emperador al mito japonés por excelencia, Taiho Koki (1940-2013), ya fallecido, y que en doce años estableció el récord ahora empatado.
Hakuho, nacido en Ulán Bator con el nombre de Mönkhbatyn Davaajargal, hijo de Jigjidiin Monkhbat, medalla de plata en lucha en los Juegos Olímpicos de México 1968, llegó a Japón con sólo 15 años para ser luchador de sumo, casi un imposible para un chico que sólo pesaba 62 kilos en el año 2000. No encontró escuela, aunque al final, y por influencias, se hicieron cargo de él, y le han convertido en una auténtica mole humana de 1,86 metros de altura y 154 kilos de peso, casi cien más que cuando apareció en su primer dohyo de luchador.
En sólo catorce años este mongol ha pulverizado marcas y ha batido a todos sus rivales hasta parecer imbatible. Fue el cuarto extranjero en obtener la máxima categoría que puede alcanzar un luchador de sumo: yakozuna. Antes que él hubo otro mongol y dos hawaianos, en especial Akebono (casi dos metros y 233 kilos, exbaloncestista con el nombre original de Chad Rowan) que dominó en los noventa, aunque al final sus problemas con los negocios que emprendió le obligasen a ganarse la vida como luchador de pressing catch a la japonesa: sus rodillas le impedían competir en el sumo, donde además de fuerza y kilos, la elasticidad y la rapidez de movimientos son decisivos.
Recuerdo al niño. A sus 29 años Hakuho ganó en la final de Fukuoka a otro mongol, Kakuryu, con los que esta vez los japoneses tampoco pueden presumir de tener a uno de los suyos para darle la réplica al mejor.
El inmenso Hakuho, del que se supone que obtiene actualmente unos ingresos de más de cinco millones de euros anuales, se emocionó recordando sus orígenes antes del debut en Osaka: “Nunca podré olvidarme del niño que llegó a Japón, con la maleta, asustado, y que sólo pesaba 62 kilos. Ahora, gracias a aquel esfuerzo, he llegado donde quería llegar”.
Lo dijo en su idioma original, porque quería que lo escuchase su familia y que todos entendiesen que el trabajo en su caso ha dado recompensas. Lo tradujo al japonés para obtener de los aficionados una ovación atronadora.