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Laura Orgué tiene una doble vida: esquí y ‘skyrunning’

Décima en Sochi, brilla en las carreras de montaña. Se trata de una mujer muy luchadora: “Ambos deportes son compatibles, pero intento llevarlo con cabeza”

Orgué brilla en esquí y carreras de montaña.
Jordi Saragossa

Laura Orgué lleva una doble vida como deportista. En octubre ganó la Copa del Mundo y el Mundial en Chamonix de kilómetro vertical, una disciplina de carreras de montaña (skyrunning) en la que hay que ascender 1.000 metros de desnivel... Y ahora ha estado en Ramsau (Austria) preparando la temporada de esquí de fondo, donde fue décima (30 km) en los Juegos de Sochi. “Son compatibles ambas cosas, pero con cabeza. Si no, te quemas y no llegas”, dice Orgué, de 28 años y tres veces olímpica.

“En principio la montaña era algo lúdico, para acompañar a mi padre, pero me enganché”, cuenta la de Igualada, que tiene “muy controlado” el kilómetro vertical. Ha ganado en los Dolomitas y en los Alpes Franceses: “Tengo motor y soy muy ligera. Peso 52 kilos, sé sufrir intensamente y el tiempo de esfuerzo (entre media hora y hora y media) es similar al del esquí de fondo”.

De la montaña le gusta “el ambiente”. “En esquí la gente va con el cuchillo entre los dientes y aquí hay espíritu montañero, aunque la presión ha aumentado”, asegura la compañera de equipo (Salomon) de Kilian Jornet, ganador del GrandSlam del skyrunning (skyrace, ultramaratón y km. vertical): “Es una persona 10, sencilla y atenta”.

A Laura, que vive “en contacto permanente con la montaña”, le faltan 16 días para iniciar la temporada de esquí en Beitostolen (Noruega). “Sigue siendo mi prioridad. Ya he cambiado el chip. Me tengo que esforzar más, porque al ser tan liviana, debo trabajar mucho la potencia muscular. Es un deporte que me reta cada día”, afirma Laura, “una chica persistente”.

Su temporada se basará en Copa del Mundo y el exigente Tour de Sky, de siete días. “El décimo puesto olímpico me hizo ver que no es una utopía estar cerca de cabeza”, concluye Laura, licenciada en Derecho y amante de la elaboración de quesos, que, de nuevo, cambia “el chip” de carrera a nieve: “Ya quiero ponerme el dorsal”.