Ajedrez
Anand: “Hasta cuando bromeo con Carlsen existe tensión”
El cinco veces campeón del mundo de ajedrez comienza el viernes la reconquista del cetro más preciado, ante el portentoso Carlsen, 21 años menor. Su rivalidad es grande.
Su triunfo en 2000 elevó por primera vez a un indio y un asiático. Nadie fuera del bloque soviético desde Bobby Fischer había reinado sobre un tablero. ¿Eso le presiona?
—Noooo. Eso está superado.
—¿Qué tiene España que tanto le atrae?
—Desde la primera vez que les visité, me encantó. Me siento muy a gusto, como en casa, la gente es amable, aunque ahora la crisis azota con dureza.
—Ya, pero tiene casa en Collado Mediano, y cada vez se le ve menos por allí.
—Porque mi esposa (Aruna) y yo teníamos planes de volver a casa (en Chennai, la antigua Madrás), por Akhil (su hijo de tres años).
—¿Tuvo que hacer muchos sacrificios para llegar hasta lo más alto?
—Tuve que elegir y renunciar a muchas cosas.
—¿Cuándo se dio cuenta que podría ser campeón mundial?
—A los 13 años, cuando empecé a ganar todos los campeonatos juveniles.
—¿Cómo llega a la Final?
—Bien, con ganas de recuperar el título. Hasta Bilbao no había jugado un torneo en bastante tiempo, solo las partidas semirrápidas y de blitz, de tres a cinco minutos, en Dubai. Gané el torneo de Bilbao por primera vez y me dio energía.
—Es una eminencia en la India, como Magnus Carlsen en Noruega.
—Abrimos un camino, como Fernando Alonso aquí. Magnus mereció ser campeón en 2013. Yo fallé, tuve errores.
—¿Conoce ya su punto débil?
—Sí, lo sé. Tengo alguna idea al respecto. Y he ganado confianza. Por eso, soy optimista.
—¿Hasta dónde llega la rivalidad entre ambos?
—Nos respetamos.
—Sea más preciso.
—No soy amigo de Carlsen. En ajedrez me llevo mejor con otros. No pasa nada. Tenemos mucha rivalidad y es normal. Hasta cuando bromeamos hay cierta tensión.
—¡Pero no será como aquel odio Karpov-Kasparov?
—No, en absoluto.
—¿Sigue fiándose de su intuición?
—Comprendí que a veces la primera idea es perfecta, imposible de mejorar, otras te lleva a un camino tan equivocado que te rebelas contra ella.
—¿Es el ajedrez un deporte?
—Tiene un poco de eso, y de ciencia y arte al mismo tiempo. Resume una lucha humana, cada vez es más físico.
—¿En serio?
—Sí, por cómo reaccionar ante la tensión y con poco tiempo. Eso le aproxima a otros deportes, por eso la juventud influye. Con 44 años, soy el veterano, me siento algo mayor, pero mi generación aguanta. Voy al gimnasio para quitar tensión.
—¿Qué importancia concede a los ordenadores?
—Antes lo que pasaba en un tablero era un misterio, ahora no, por ellos. Los ordenadores están a años luz. Nakamura se enfrentó a uno que solo tenía un peón y las blancas y perdió. Ahora puedes tener una nueva apertura en una semana. Hace medio siglo hacían falta dos años para eso.
—¿Qué podrían hacer Fischer o Spassky ante internet y esas nuevas tecnologías?
—Les ganaríamos muy fácil si no utilizaran los ordenadores.
—Hace poco dijo que ve la vida como un tablero de ajedrez.
—Sí, entiendo que mi cerebro funciona de forma distinta al de la mayoría. Si voy al supermercado investigo los productos, veo las posibilidades y espero una reacción de un rival.