OLIMPISMO
De Pekín 2008 a 2014: una herencia olímpica complicada
El 8-8-2008 se inauguraron unos Juegos fastuosos. Seis años después, el Nido recibe turistas y poco deporte y el Cubo de Agua acoge un 'Aquapark'.
El 8 del 8 del 2008, hace seis años, Pekín inauguró unos Juegos fastuosos. Ya no son los más caros —los 26.000 millones de euros fueron superados por los 36.000 que se gastó Putin en los de Invierno este año—, pero su gigantismo hacía prever lo peor: la proliferación de los temidos elefantes blancos, instalaciones de alto coste infrautilizadas. Desde entonces, Pekín lucha por rentabilizar un legado complicado.
Sedes como el campo de béisbol, el canal de piragüismo de Shunyi o el velódromo de Laoshan agonizan vallados y abandonados. El Wukesong del baloncesto se ha convertido en MasterCard Center como cancha de los Beijing Ducks, de giras de la NBA o de conciertos como el de Beyoncé.
Frente al modelo de Londres 2012, con muchas instalaciones reciclables y desmontables, se apostó por sedes fijas. Y se construyó un estadio, el Nido, sin un uso previsto para el día después... En el Olímpico de Londres ya jugará este año el West Ham. ¿Y en el Nido de Herzog&De Meuron que costó 360 millones de euros? Pues se ha transformado en atracción turística con dudosos beneficios (el mantenimiento se lleva 8 millones anuales) donde los visitantes pagan 14 euros por dar una vuelta en segways por la pista donde voló Usain Bolt con tres oros y tres récords mundiales.
En el Nido se montó un festival de nieve, se hizo una Carrera de Campeones de coches con Schumacher y Vettel, se han jugado dos Supercopas de Italia de fútbol, alguna reunión de atletismo, en octubre habrá un Brasil-Argentina de fútbol y la IAAF ya ha confirmado los Mundiales de Atletismo para 2015. Pero el equipo de fútbol de la ciudad, el Beijing Guoan, sigue jugando en el Estadio de los Trabajadores, más manejable y menos doloso para las arcas. Pekín ya ha anunciado también su candidatura para los Juegos de Invierno del 2022. Las ceremonias de apertura y clausura revivirían el recinto.
El Cubo de Agua, junto al Nido y testigo de los ocho oros de Michael Phelps, ha visto cómo en una de sus alas crecía el parque acuático más grande de Asia mientras que en las piscinas sigue habiendo pruebas de la FINA y en sus trampolines se ha rodado el Mira quién salta chino. Pero el Estado sigue subvencionando con 1,5 millones anuales la cara instalación. “Es extremadamente difícil no perder dinero”, confiesan sus rectores. Pekín: año VI tras los fastos.