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Piragüismo | Mundiales de Moscú

David Cal: “No me arrepiento nada de haber elegido Brasil”

A dos años de Río, vuelve a medirse a la élite en el Mundial de Moscú. El español se entrena y hace crecer al brasileño Queiroz que será su rival en los Juegos de 2016.

David Cal comparte entrenamientos y vivienda en Sao Paulo con Isaquias Queiroz y otros cuatro piragüistas olímpicos brasileños.
RFEP / Isaquias Queiroz

A dos años de los Juegos de Río y dos años después de convertirse en el español con más medallas olímpicas, David Cal vuelve hoy viernes a la escena internacional en el Mundial de Moscú. El gallego es más amigo de entrenar que de competir para, a su modo, estar listo el día D a la hora H en los Juegos, como hizo ya en Atenas 2004 (oro y plata), Pekín 2008 (dos platas) y Londres 2012 (plata en C1 1.000). Nunca ha fallado.

Cal, con 31 años ahora, se vio tras Londres en la tesitura de colgar la pala, seguir en España con otro técnico o irse a Brasil con Suso Morlán, su padre deportivo, que había aceptado una suculenta oferta para meter a sus piragüistas entre la élite en 2016. Eligió lo último.

Con las opciones de Sete, Craviotto, Cubelos y el K4

La prueba de la Copa del Mundo en Milán, en mayo, da pistas sobre lo que puede traerse España de los Mundiales que acabarán el domingo. Allí se colgaron el oro Sete Benavides (C1 200), el doble medallista olímpico Saúl Craviotto (K1 200) y el K4 1.000 formado por Javier Hernanz, Íñigo Peña, Rodrigo Germade y Óscar Larrea, en el que la Federación Española ha depositado muchas esperanzas. Paco Cubelos (K1 1.000) también estará peleando por lo máximo. “Los Juegos ya se van acercando, por lo que el nivel aumenta”, recuerda Craviotto, que sí tiene en el Mundial su gran objetivo del año.

“No me arrepiento —cuenta el gallego—. Me está gustando la experiencia porque en Pontevedra me comía ya la monotonía y el frío, entrenándome solo. Se hacía duro. Estos son tan extrovertidos que te van contagiando”. ‘Estos’ son los cuatro brasileños con los que vive en Sao Paulo. Entre ellos, Isaquias Queiroz. Un misil que con 20 años, y tras compartir el día a día con Suso Morlán y Cal, ganó en 2013 el Mundial en C1 500 y fue bronce en C1 1.000… La distancia de Cal.

Bestia. “Por una parte es extraño, pero por otra, como no compito, cuando llega Isaquias del extranjero y me mido en un entrenamiento con él, sé dónde estoy. Creo que eso nos va a ayudar a los dos”, aventura Cal, que también es consciente de que está alimentando una bestia que le puede morder. “Son el Ying y el Yang”, define Suso Morlán, al que se hará extraño ver de verde amarelo.

Cal y Queiroz también se van a ver las caras en Moscú, pero el español sabe que lo que pase allí no será significativo. “Voy sólo a probar, a pelear por entrar en la final, pero no pienso en medallas. El año próximo (el que da la clasificación) es el que hay que apretar”.

Cal, a quien el CSD costea manutención y viajes, se fue con la idea de entrenarse en la pista de los Juegos, a los pies del Corcovado. Pero hay problemas con el drenaje: “Al final, como en el Mundial, estará todo listo, pero a última hora”. Por eso se establecieron en Sao Paulo y en 2015 se mudarán a Belo Horizonte, con condiciones más parecidas a las de Río, donde entra el viento a favor de los zurdos, lo que es mejor para él.

Mientras, entrena y descansa. “Salgo poco. Hace poco atracaron a dos compañeros a punta de pistola”. Palear y descansar. Acumular energía para, el día D a la hora H, fundir a Queiroz, su bestia.