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Aventura | Proyecto 'Las cumbres de mi vida'

Kilian Jornet se convierte en el hombre récord de la montaña

Su último hito, pulverizar el tiempo de ascensión al McKinley. En el 2013 batió el récord en el Mont Blanc y Cervino, en el Elbrus tuvo que abandonar.

Actualizado a
DURO ASCENSO. Kilian Jornet, en plena subida al McKinley.
www.summitsofmylife.com

La meta de cualquier persona es ser feliz. Y para lograrlo tienes que realizar tus pasiones y estar donde te sientes bien, donde incluso estando solo te sientes acompañado. La montaña es ese lugar para mí”, asegura Kilian Jornet, sabadellense de solo 26 años, pero en los que le ha dado tiempo a convertirse en una de las grandes referencias internacionales del deporte de montaña. Su medio natural, sin duda. Criado en un refugio en el Pirineo de Lleida, vive a caballo entre Chamonix (Alpes), Tromso (Noruega) o el Pirineo francés mientras bate récords y acumula éxitos en esquí extremo (es triple campeón mundial de Vertical race) y trail running (carrera de montaña).

Su ‘obra cumbre’ y reto más personal, en el que lleva inmerso desde 2012 (sin dejar de competir en otras modalidades), lo titula Summits of my life (Cumbres de mi vida) y se basa en intentar batir los récords de ascensión y bajada de las montañas que más le han marcado en su carrera. La última, este mismo mes, el McKinley, la cima más alta de Norteamérica (6.194 metros), a la que subió y bajó en 11 horas y 48 minutos, tardando cinco horas menos que el anterior registro, de Ed Warren, logrado en 2013.

Dificultades. Si bien para Jornet no se trataba de una ascensión “excesivamente técnica”, el reto contaba con muchas más dificultades. En menos de 12 horas recorrió más de 53 kilómetros saliendo desde 2.000 metros de altitud, haciendo cima a 6.194 y regresando al punto de partida con temperaturas de -20º: “Salí muy bien, pero desde los 5.000 metros hasta la cima sufrí mucho por el mal tiempo y por la altura, que ya se empezaba a notar. En el descenso me sentí mejor, aunque había poca visibilidad. Hasta que llegué y miré el reloj, no era del todo consciente de si iba a batir el récord”.

Sí lo hizo y su marca se suma a la que logró en el Mont Blanc (en el que su reto consistía en una travesía en 2012 y carrera a pie desde Chamonix en 2013 batiendo un récord que perduraba desde 1990) y el Cervino. Su intento en el Elbrus ruso no fue tan exitoso, ya que no logró la cumbre debido a unas condiciones metereológicas muy peligrosas. Si su plan se cumple, este año lo logrará junto al Aconcagua, cumbre más alta de Sudamérica para, en 2015, encarar la guinda del proyecto: el Everest. Entre tanto, no abandonará la actividad y desde hoy lidera al equipo español en el Mundial de Skyrunning.

Pero sin dejar su medio natural, la montaña, esa que tanto le ha dado pero que también golpea (el francés Stéphane Brosse murió tras caer a su lado en una grieta), pero siempre encarando cada reto con el mismo espíritu: “La montaña te enseña que no somos nada, y cuando lo sabes, eres capaz de todo”.