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Alabau: “Ahora viajo con mi hija y una olla para las papillas”

Pentacampeona de Europa y bicampeona mundial, la vida de Marina Alabau discurría entre entrenamientos en Brasil o Tarifa y regatas por todo el mundo. Ha sido madre.

FUERA DEL AGUA. Alabau pasó por Madrid para un acto de Movistar, que confió en ella cuando era la 40ª en 2006. Arriba, con su hija, Martita.
JESUS RUBIO

Para algunas deportistas de élite, la maternidad supone el fin de su carrera. El salto hacia una vida nueva. Para otras, simplemente otro reto más. Es el caso de Marina Alabau (Sevilla, 28 años), campeona olímpica de windsurf (clase RS:X), que en Londres 2012 materializó en un oro aquello que comenzó como un juego cuando tenía sólo ocho años y soltó el ancla que clavaba su tabla al cieno del Guadalquivir, para sentir por primera vez el viento en la cara. La recogieron tres kilómetros más abajo. Y nunca más quiso soltar su vela.

Pentacampeona de Europa y bicampeona mundial, la vida de Alabau discurría entre entrenamientos en Brasil o Tarifa y regatas por todo el mundo. “Pero tras el oro de Londres me quité toda la presión de encima y me dije: ‘Ya puedo morirme tranquila’. Planificamos que me quedaría embarazada justo tras los Juegos... y ahora mi vida ha cambiado. Viajo con Martita, la abuela y la olla exprés para las papillas. Son mi nuevo equipo”, cuenta mientras se ríe.

Y es verdad. Ha establecido su base en Gran Canaria, donde las abuelas se turnan cada quince días para hacerse cargo del bebé mientras ella y el francés Alex Guyader, su pareja y además entrenador, queman horas entre el gimnasio y el mar para recuperar la forma. “Mi vida ha cambiado. De siete de la mañana a ocho de la tarde es un no parar. Cuando llegó la niña se acabó el tiempo. Ahora soy primero madre, después deportista y luego empresaria”, apunta. Porque durante el periodo de gestación, Marina montó Marabau.com, un buscador y comparador de cursos de deportes acuáticos.

Martita cumplió seis meses el 27 de marzo y ella volvió a probarse en competición en enero, en el Trofeo Gran Canaria. Esta semana compite en Palma, en el Princesa Sofía valedero para la Copa del Mundo, donde va octava. No hay tiempo que perder. En septiembre, el Mundial de clases olímpicas se disputa en Santander.

Consejos. “Antes de quedarme embarazada pregunté mucho. Sobre todo a Barbara Kendall, que es mi espejo. Le pedí muchos consejos. Es muy positiva y su marido también fue su entrenador. Me dijo: ‘Cuando haya una competición grande, búscate otro técnico’. Ya veremos... Tuvo dos niñas y consiguió luego volver a ser medallista olímpica y campeona del mundo. Si ella ha podido, ¿por qué no yo?”, reflexiona Marina. La neozelandesa, ya retirada y con 46 años, es miembro del Comité Olímpico Internacional.

Condición física. Sin embargo, la maternidad conlleva cambios físicos que a veces son difíciles de contrarrestar. “Me costó encontrar el ritmo. Además, siempre he intentado ganar peso y ahora lo que quiero es perderlo. Lo normal en mí son entre 58 y 60 kilos, y estoy en 63. Debo perder grasa y ganar masa muscular. Al cambiar mi peso, necesito velas más potentes o darle más potencia a mi vela. Me voy adaptando. A pesar de que en el agua me veo rápida, me falta físico”, revela la sevillana.

El RS:X estuvo a punto de desaparecer como clase olímpica tras Londres 2012, en una decisión polémica a la que se dio marcha atrás. Aunque estará en Río. “Una vez logrado todo, mi motivación es repetir. La última vez que competí allí (febrero 2013) había 50 grados, y estaba con síntomas del embarazo... ¡fatal! Así que intentaré volver”. Con Martita, pero ya sin olla exprés.