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Plusmarcas mundiales

Hay 28 récords mundiales que ya tienen más de veinte años

Renaud Lavillenie superó el sábado el récord mundial de pértiga de Sergey Bubka, que tenía 21 años de antigüedad, pero la tabla de récords se renueva lentamente.

Actualizado a
L’ EQUIPE. El diario dedica esta portada a Lavillenie.

Veintiocho plusmarcas mundiales tienen una dulce vejez de veinte años o más. Ese dulzor lo saborean sus propietarios porque, en la inmensa mayoría de los casos, nadie osa poner en peligro sus registros. La excepción se produjo anteayer en Donetsk (Ucrania), la ciudad de la pértiga, en la que el francés Renaud Lavillenie se atrevió a desafiar al zar en su casa y con él presente. Y le desbancó. Luego intentó saltar 6,21, y se lesionó, por lo que es seria duda con vistas al Mundial en sala.

Podría pensarse que estas reliquias del pasado provienen mayoritariamente del dopaje sistemático de la extinta RDA, pero el país que tiene récords mayores de edad es... Estados Unidos, con nueve. La mayoría de ellos provienen de un momento en el que el dopaje no era perseguido en el país más poderoso del atletismo. La RDA y la URSS le siguen con cuatro cada uno.

Bubka sigue ahí. El zar de la pértiga ha perdido su trono en sala, pero lo mantiene al aire libre. Saltó 6,14 el 31 de julio de 1994 (pronto hará 20 años), en la altitud de Sestriere. Ese será uno de los objetivos de Lavillenie cuando llegue la temporada estival.

Los más viejos. Los tiene la checa Jarmila Kratochvilova en 800 metros al aire libre (1:53.28 en 1983) y en 400 metros en pista cubierta (49.59 un año antes). Ninguna atleta actual se le acerca.

Sotomayor, amenazado. El ruso Bohdan Bondarenko está a sólo cuatro centímetros de la plusmarca del cubano Javier Sotomayor (2,45), conseguida en Salamanca.

Florence Griffith. Estableció marcas espectaculares en 100 y 200 metros en 1988, se retiró tras el dopaje de Ben Johnson y posteriormente murió en su propia cama. Siempre se especuló con asuntos de dopaje.

Mike Powell. Su récord mundial de longitud (8,95 metros) con el que desbancó a Bob Beamon (el Récord Cósmico de 8,90) va caminó de cumplir 23 años, sin que se vislumbre quién puede superar esa barrera. En la actualidad, muy raramente se supera el límite de los 8,50.

Los lanzadores. Se aprovecharon de una época en la que casi había barra libre en cuanto a dopaje se refiere, sobre todo en sus especialidades, y establecieron plusmarcas que en la inmensa mayoría de los casos son inaccesibles para los lanzadores actuales.

Carl Lewis. Nunca consiguió alcanzar el récord al aire libre, pero tiene el de pista cubierta en longitud desde 1984, con un registro inalcanzable para los especialistas actuales de 8,79 metros. El estadounidenses, proclamado como mejor atleta del siglo XX, puede estar tranquilo por el momento.

La antigua RDA. Estableció un sofisticado y masivo sistema de dopaje que le dio la supremacía mundial en algunas ocasiones. Los casos más emblemáticos, entre los que permanecen al frente de las listas mundiales, son Marita Koch en los 400 metros al aire libre y de Heike Dechsler en longitud indoor.

El ‘verdugo’ de Moses. El estadounidense Kevin Young batió en los Juegos de Barcelona el récord mítico de Edwin Moses (47.02) en los 400 mv. Su marca de 46.78, lograda en Montjuïc, es absolutamente inaccesible.

Colin Jackson. Británico de salida electrizante, mantiene el récord en sala de 60 vallas desde 1994. Salía como una bala y era también muy rápido en lisos. El más completo en los últimos tiempos. Su marca no corre peligro inmediato.

Kostadinova. La búlgara consiguió su récord mundial de altura unos minutos después de que Ben Johnson ganase los 100 metros en el Mundial de Roma, también con récord. Ha aguantado desde entonces los ataques de las mejores especialistas. Blanka Vlasic ha intentado superar sus 2,09 decenas de veces, sin suerte hasta este momento.