Ediciones
Resultados
Síguenos en
Hola

Final NFL | SEAHAWKS 43 - BRONCOS 8

Cuando la defensa de un equipo alcanza la categoría de arte

Los Seahawks se proclamaron campeones de la XLVIII Super Bowl al aplastar por 43-8 a los Broncos. La defensa fue la baza para llevar al equipo de Seattle al triunfo.

Russell Wilson, quarterback de los Seattle Seahawks (3) sostiene el trofeo Vince Lombardi que acredita a su equipo como nuevo campeón.
Russell Wilson, quarterback de los Seattle Seahawks (3) sostiene el trofeo Vince Lombardi que acredita a su equipo como nuevo campeón.USA Today Sports

¡Vaya masacre! Desde el primer minuto hasta el último. Los Seahawks destrozaron a los Broncos en todos los aspectos del juego, en los dos lados del balón, en la grada y hasta en sus más ocultos pensamientos. Hombres contra niños. Tanques contra flechas. Defensa contra… ¿ataque?

Definitivamente, los Seahawks han recibido el don de la ubicuidad, o han encontrado la manera de tener siempre más de once jugadores en el campo sin que los árbitros se den cuenta. De hecho, creo que en alguna jugada llegué a contar más de veinte. Había siete presionando a Peyton Manning, dos en cobertura con cada receptor, lo que ya suma quince hombres, otros cuatro cubriendo la carrera, dos más en zona profunda por si alguna marca al hombre fallaba y, por fin, uno agitando la bandera del número 12. 22 en total. Aunque la otra posibilidad es que sean todos tan buenos, bailen un vals tan letal, se compenetren con tanta precisión, que cada uno valga por dos.

Y todo lo anterior sin contar al público. Todos los análisis previos al partido descartaron al jugador número 12 de los Seahawks, su público siempre entregado, porque compartían gradas y no podrían presionar con el ruido ensordecedor que ha convertido en proverbial si papel en el CenturyLink, pero los dos primeros puntos de su equipo llegaron gracias a un safety en la primera jugada de ataque de los Broncos. Peyton Manning y su center se descoordinaron y el balón terminó en su propia zona de anotación. El clamor de miles de gargantas que se han convertido en arma secreta de Seattle, abrió el marcador en un homenaje inolvidable para todos los que habitan en las gradas. El mismo marcador que enseguida empezó a echar humo por la riada de puntos conseguidos por los pupilos de Carroll. En un mundo en el que poco a poco los estadios de casi todos los deportes se van vaciando de público, los Seahawks han reivindicado el papel de la afición como parte decisiva para que su equipo haya tocado el cielo.

Después de esos dos puntos iniciales es difícil enumerar lo que fue sucediendo. Simplemente vimos como un tornado llamado Seattle arrasaba todo a su paso. Antes del partido dudábamos si la defensa perfecta sería capaz de imponerse al quarterback perfecto. No es que se impusiera, es que Peyton Manning no fue ni siquiera una sombra de si mismo. El genio estudioso, el jugador perfecto, intentaba descifrar lo que tenía enfrente pero le sonaba a chino. Sufrió dos intercepciones, que pudieron ser más, un fumble en los minutos finales, y los Seahawks dieron una lección sobre cómo defender a un jugador con 37 años que ya no tiene brazo para lanzar cañonazos. Le regalaron el pase profundo, solo necesitaron la línea para agobiarle hasta la asfixia, y cerraron todos y cada uno de los pases en corto con un juego físico que maltrataba a cada receptor en cada jugada. Hubo un momento, mediado el tercer cuarto, que parecía que querían reivindicar el juego defensivo dejando a sus rivales a cero, destrozándoles con golpes brutales en cada jugada, atropellándoles.

Porque, efectivamente, las defensas ganan campeonatos, pero estos Seahawks son mucho más que una defensa. Otra vez demostraron que los equipos con mayúsculas son los que engrandecen el deporte y le dan sentido. Y como para reafirmar esa apuesta del colectivo sobre el individuo, en esta Super Bowl los dos primeros puntos llegaron gracias al vocerío del público, pero también anotaron defensa y equipos especiales además del ataque. Touchdown de Malcom Smith tras interceptar a Peyton y touchdown de Percy Harvin en el retorno de kickoff que abría la segunda mitad, touchdown de Lynch de carrera, touchdowns de Baldin y Kearse de pase… En esa jauría cualquiera te puede dar una dentellada, todos pueden provocar un destrozo.

Estos Seahawks han hecho historia en una temporada inolvidable. Han convertido en un arte el trabajo de evitar que sus rivales anoten. Y ahora todos nos preguntamos si habrá alguien capaz de frenar en los próximos años ese ciclón que ha conquistado la NFL, demostrando que para dar espectáculo no hace falta tener el balón en las manos.