Premio Trayectoria
Martín Bahamontes: "En el Tour de 1959 me reía de todos"
Federico Martín Bahamontes recibirá esta noche el Premio Trayectoria de AS. Es el primer español que ganó el Tour de (1959) y el primer ciclista al que se otorgará este galardón.
AS le da el Premio especial Trayectoria. ¿Cómo lo valora?
—Pues para mí es algo muy especial que se acuerden de mí casi cincuenta años después de mi retirada. No lo esperaba y por eso me hace mucha ilusión.
—Se retiró en 1965.
—Sí. Gané la Escalada a Montjuïc y no volví subirme en una bicicleta.
—¿En serio?
—Desde luego. Muchos me han invitado a participar en marchas o actos, pero no volví a montar.
—¿Por qué?
—Porque sabía que iba a haber mucha gente que vendría a buscarme para medirse conmigo y superarme. Preferí dejar la bici con el sabor del último triunfo.
—¿Cuál es el mejor recuerdo de su victoria en el Tour 59?
—La cronoescalada del Puy de Dôme: le metí tres minutos y medio a Gaul, tres a Anglade, cuatro a Anquetil, cinco a Riviere...
—¿Fue quizás el momento de mejor forma de su carrera?
—Sin duda. En ese Tour yo me reía de todos. Marchaba tan fácil que atacaba hasta en el llano. Se juntó que tuve que abandonar en la Vuelta a España y venía descansado. Sólo pude correr antes la Vuelta a Suiza. El primer día me metieron seis minutos, pero luego terminé segundo, gané dos etapas y la Montaña. Cogí un punto de forma extraordinario. Además, en aquel Tour hubo muchos días de enorme calor y eso también me ayudó.
—Cuando volvió a Toledo le hicieron un gran recibimiento.
—Y tanto. Toledo estaba a reventar. Ni con el Papa, ni con Franco, hubo tanta gente. Fue una de las pocas veces que abrieron la Puerta de la Bisagra. Tardamos unas cinco horas para llegar desde Madrid con una caravana de dos kilómetros de coches, motos y bicis acompañándome.
—Y, sin embargo, no tiene ningún monumento en Toledo.
—Pues no. Mucha gente viene a preguntarme dónde está. La semana pasada, sin ir más lejos, llegaron cuatro matrimonios de Granada que querían fotografiarse conmigo en el monumento. Tengo uno, junto a Anquetil, Darrigade y Bobet en una autovía en Toulouse. Y en Guadamur, a doce kilómetros de aquí, le han puesto mi nombre al polideportivo. El de Toledo no sé ni cómo se llama. También hubo intentos de traerse aquí mi museo, que está en Seseña. Pero no cuajó.
—¿Se siente valorado?
—Quizás en Toledo no tanto como debiera, posiblemente porque me tienen siempre aquí. Pero sí me siento valorado. No puedo ir a todos los sitios donde me reclaman.