Usain Bolt consigue su novena medalla con 19.66 y al ralentí

La novena medalla de Usain Bolt en unos Mundiales llegó al ralentí: el tercer oro mundialista de Usain en 200 metros, la prueba preferida del Relámpago, pasó a su cuenta corriente con la mejor marca mundial de 2013: 19.66… y al ralentí.

Tras las molestias que sufrió en la final de 100 metros y un golpe que se propinó él mismo en el pie con un taco de salida (“me lo dejé caer encima por error…”), Bolt salió a la final de 200 con el pie derecho vendado, arrancó con el peor tiempo de reacción (0.177 milésimas) y se limitó a lanzar una buena curva, lo estrictamente preciso para firmar el oro. “Usain hizo una gran curva y había ganado la carrera después de 100 metros, pero mi opinión es que en la recta final se quedó sin vapor, sin velocidad- resistencia”, opinó Michael Johnson en la BBC.

Bolt dijo que sintió las piernas “algo pesadas” y aseguró que había detenido la aceleración de acuerdo a instrucciones previas de su técnico, el intrincado Glen Mills. Pero Warren Weir, su imponente coleguita jamaicano, se le echaba encima con tal ímpetu que, si la recta se hubiese extendido diez metros más, el desenlace se habría tambaleado seriamente. Weir se contentó con la plata en 19.79, la mejor marca de su vida, lejos del crecidito Curtis Mitchell, bronce en 20.04 y solitario estadounidense en esta final.

Apenas cruzaron la meta, Bolt y Weir se disfrazaron como groupies de Bob Marley y se marcaron un bailecito en plena pista del Luzhniki, al compás dulzón de Three Little Birds: ‘Tres Pajaritos’, uno de los hits del propio Marley. Moscú, Rusia, se transfiguró en Kingston, Jamaica. Parecería que la razón asiste a Michael Johnson en eso de la falta de gas: si uno tiene el pie vendado y dolorido, de lo último que se le puede ocurrir es ponerse a bailar ritmos de Bob Marley sobre una pista de atletismo.

Pero Bolt es un Relámpago, no una persona normal. Relámpago o fenómeno que, con o sin gas, intentará capturar hoy a las 16:10 horas, en la final del relevo 4x100, su décima medalla en unos Mundiales: tantas como un tal Frederick Carlton, Carl Lewis.