Los sistemas de seguridad de los Mundiales de Barcelona son múltiples, pero uno de ellos es muy especial y una novedad en la vigilancia de la piscina municipal de saltos y de la Bernat Picornell, donde se disputa el waterpolo.
La vigilancia es aérea y va contra palomas y gaviotas, muy abundantes en la montaña de Montjuïc. Dos águilas y un halcón vuelan por encima de las dos piscinas al aire libre para evitar que las gaviotas, palomas y otras aves se acerquen a los escenarios de las competiciones. Concretamente las aves rapaces protegerán la Piscina Municipal de Montjuic, un área en la que abundan las palomas.
Este sistema de seguridad, especialmente con halcones, se utiliza en las zonas aeroportuarias, pero en menor medida en eventos deportivos de este tipo, aunque tampoco constituye una excepción.
Los saltadores y saltadoras de trampolín podrán sentirse ahora más seguros, los riesgos derivados de resbalones a causa de las heces depositadas por los animales o bien los posibles impactos y pérdidas de concentración a la hora de efectuar los saltos, se reducen considerablemente. A todo ello hay que sumarle las molestias que las aves descontroladas, las palomas y gaviotas de la zona, puedan generar a los espectadores que se den cita en la Piscina Municipal de Montjuic
Estas aves, con especiales habilidades para la caza, evitan que gaviotas y palomas se aproximen al área deportiva por el temor que estás últimas le tienes a sus depredadoras. El sobrevuelo de la zona se efectúa en repetidas ocasiones.
Dos águilas de Harris (especie usada mucho en cetrería) 'Duende' y 'Loba', de seis y un año y medio respectivamente, y un halcón 'Dorada' son las encargadas de esta vigilancia dirigidas por sus entrenadores Cristóbal Díaz y Óscar Martos.
"Loba', 'Duende' y 'Dorada' realizan una media de 30 vuelos diarios en los que marcan el territorio y advierten de su presencia al resto de aves", explica Cristóbal Díaz.
"Si el ser humano interviniese se utilizarían venenos, trampas u otros métodos más agresivos de exterminio masivo. De esta manera son las aves las que controlan la presencia de otras aves. Gaviotas y palomas perciben la presencia de sus depredadoras y evitan acercarse", indica Óscar Martos.
Cristóbal y Óscar trabajan durante más de 10 horas diarias con las aves. Estas necesitan volar y ser entrenadas, y al caer la noche las llevan a sus casas familiares para al día siguiente reanudar la jornada de trabajo.
"Su recompensa es la comida, para nosotros es mucho más porque el vínculo que se establece con ellas es muy fuerte. Son muchas horas al día trabajando y conviviendo a su lado. Esto es una pasión que se convierte en trabajo" afirma Cristóbal.