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BOXEO

Benito Eufemia, el púgil convicto, ha presentado su autobiografía

En el libro 'Código de Honor' explica como superó una condena de 28 años de cárcel mediante los entrenamientos a escondidas en la cárcel donde el boxeo está prohibido.

Benito Eufemia con su autobiografía entre los guantes.
Rodolfo Molina

El púgil barcelonés Benito Eufemia ha presentado hoy su libro Código de Honor una autobiografía de su turbulenta vida que cambió de rumbo gracias al boxeo, el deporte que, en la cárcel, para él  "ha sido mi libertad y mi vida".

Eufemia, en un acto muy emotivo ha querido, antes que nada mostrar su agradecimiento al actor Nacho Vidal, quien le patrocinó al salir de la cárcel y le ayudó en todas sus veladas, a Juan Antonio Fuertes, presidente de la Federación Catalana de Boxeo, que le proporcionaba combates aún cuando al final de los mismos debía volver a prisión, y a su manager, el promotor Alfonso Goya que le impulsó en su carrera.

Además del libro ha desvelado que en otoño y en Barcelona realizará su velada de despedida en la que se disputará un campeonato del mundo. “Siempre fue mi sueño y pienso que lo haré realidad”.

A sus 42 años, el que fuera uno de los púgiles amateurs con una de las trayectorias más brillantes de España (17 combates con 14 victorias, 2 derrotas y un nulo), subcampeón nacional y preseleccionado para los Juegos Olímpicos de Barcelona'92, se metió, con 24 años, en el oscuro mundo de las noches barcelonesas; drogas, prostitución, ajustes de cuentas, actos violentos, etc.

Un atraco a un local nocturno de Barcelona, con dos empleados gravemente heridos, y un testimonio dudoso le conlleva a una condena a 28 años de prisión. Pasa nueve años sin ningún permiso y cuatro más con permisos diversos. Conoció las celdas y los corredores de La Roca, Can Brians y La Modelo.

El boxeo se convierte en su mejor aliado en un lugar donde no rendirse representa sobrevivir. El 5 de mayo del 2004 debutó como profesional en Barcelona frente al ucraniano Udo Nikolai, al que ganó por KO en el tercer asalto.

Logró la libertad condicional el 1 de diciembre de 2004 y lo celebró con una pelea en La Paloma de Barcelona frente al checo Dimitri Pelans y gana por KOT en el cuarto asalto. Llega una nueva oportunidad en su vida: las clases de boxeo y full contact en gimnasios y logra diversos Campeonatos de España.

Para explicar sus vivencias en Código de Honor relata el apoyo incondicional de quienes son suyos, la ética de la sombra, el dolor de la ausencia, todo lo que queda por hacer y los asaltos que aún deben venir.

En el libro explica que: "Mi fuerza de voluntad me hizo sobrevivir a la cárcel y a todas las pruebas que me ha puesto la vida. Cuando te enfrentas a una condena como la mía, sólo hay dos opciones: o la mala vida, es decir, meterte en el camino de la droga y del abandono, o resistir a todo lo que se te viene encima y no perder la rutina del entrenamiento, ser disciplinado y confiar en el futuro, en ti".

"Cada día, al levantarme en la cárcel, me repetía: "Hoy tengo que pisar fuerte, y el deporte tiene que mantenerme bien de cuerpo y de espíritu. Sabía que cada día que pasaba estaba más cerca la posibilidad de despertar de mi pesadilla", ha añadido.

“Para tirar adelante cogía botellas de lejía de cinco litros, las llenaba de agua y las golpeaba haciendo movimientos de boxeo. También cogía calcetines y los llenaba de tierra y ponía a prueba la rapidez de mis brazos apretándolos entre las manos. Cuando dejaba el peso del calcetín, soltaba las manos y me volaban. Como los espejos en prisión también están contadísimos aprovechaba los reflejos de los cristales para supervisar mis movimientos”, comenta.

Finaliza diciendo que: “Hasta la comba también está prohibida en prisión. Como no tenía cuerda para saltar, enrollaba las sábanas de dormir, las mojaba y saltaba. No era fácil entrenarse, porque a veces tardabas más preparando las cosas y volviéndolas a dejar en su sitio, para que no te hicieran un parte, que entrenándote. Yo trabajaba en enfermería y cuando se tenía que tirar colchones yo me lo llevaba para hacer un saco de golpeo. Intentaba dar la vuelta a mi situación así. El deporte ha sido mi escapatoria en prisión. Para otros la escapatoria era hacer una papelina de caballo para venderla y, yo, a cualquier objeto le intentaba dar una utilidad para hacer mi deporte”.