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ATLÉTICO 29 - FÜCHSE 29

El Atlético se asoma al pozo al hacer tablas en Vistalegre

El empate en casa ante el Füsche en la ida de los octavos de final de la Champions complica el pase. Dahl tuvo una gran primera mitad y una pésima segunda.

Lazarov intenta un lanzamiento a la portería del Füchse.
Lazarov intenta un lanzamiento a la portería del Füchse.RAFA APARICIO

Si este equipo no fuese el Atlético de Madrid, sucesor del gran Ciudad Real, se podría decir que hasta aquí hemos llegado, y adiós muy buenas. Pero aunque falten muchos jugadores que escribieron gestas que han pasado a los anales del balonmano, el espíritu continúa indeleble como marca de la casa. Por eso, de mascar la derrota en casa, los rojiblancos tuvieron arrestos para levantar tres goles en tres minutos, y sólo la ansiedad y la impaciencia les evitó tener algo de renta para viajar a Berlín. Al final, empate a 29.

Y lo cierto es que el Atlético tuvo sus opciones, porque la primera mitad del portero Dahl fue de las noticias inesperadas cuando es la portería local el puesto más cuestionado del equipo. Magnus firmó un cincuenta por ciento, diez paradas y diez tantos. Luego, en la segunda parte, encajó diez goles seguidos, sin nada positivo en su haber, y de ahí que el Berlín se dejase los complejos en el banquillo y le cediese el protagonismo a Iker Romero que, con lanzamientos de nueve metros, fue erosionado la moral de los rojiblancos.

El 5-1 del Atlético dejó de ser efectivo, porque una vez conseguido marcar diferencias desde lejos, apareció el pivote Pevnov para taladrar la portería de Dahl. Lo cierto es que el meta tampoco tuvo fortuna en sus intervenciones, cinco en la segunda parte, porque los rechaces siempre fueron al equipo alemán, que en segundas opciones marcaba sin remisión.

Cuando todo pintaba negro, porque sólo Cañellas sabía su papel en los de casa, y ya se enfilaba la recta final del partido, en cinco minutos los rojiblancos supieron dar un golpe de autoridad, remontando tres goles, y colocándose dos por encima. Pero en esa dinámica de tanta velocidad, resulta que apareció la precipitación, y Gojun y Jurkiewicz cometieron errores tontos en su afán de apurar los contragolpes y ese intento de sumar más y más se convirtió en resta y llegó el empate del Füsche en una tarde donde Dujsebaev exigió más a los suyos, y algunos acabaron perdidos y descentrados para la causa.

También fue una tarde extraña porque nunca Vistalegre fue una pista tan sosa, nunca en un partido importante había faltado ambiente. Esta vez aparecieron 8.000 espectadores, pero silenciosos; no parecían rojiblancos. Sólo apretaron al final, cuando ya los Lazarov, Davis o Parrondo se habían cansado de solicitar su calor con aspavientos a la grada.