JIU-JITSU
Samuráis con vocación olímpica
El jiu-jitsu, arte marcial originario del Japón del siglo XII, celebró el campeonato nacional con la ilusión de hacerse sitio en los Juegos de Río. Tiene 3.500 practicantes en España.
Javier García lleva un kimono azul oscuro. Es profesor de jiu-jitsu en el club Víctor Pradera, que entrena en el pabellón Europa de Leganés (Madrid). Antes de empezar la clase, dedica tiempo a resolver las dudas que tienen sus alumnos. Algunos son niños y otros ya se han colgado medallas a nivel nacional e internacional. La última clase del viernes es la de los mayores: 12 chicos y una chica entran en el gimnasio, una sala cubierta por un tatami, con colchonetas en las paredes y decorada con carteles de judo y jiu-jitsu y collages de fotos. Antes de empezar con los randoris [simulación de combate], alumnos y profesor calientan con una sesión de voleibol. “Hoy vamos a entrenar un poco más flojo porque mañana algunos tenemos competición”, dice el entrenador al empezar. Las cinco sesiones consecutivas de randoris y que los jiujitsukas tengan que recuperar el aliento saltándose alguna ronda no dan sensación de que el entrenamiento haya sido relajado. Es así, con “trabajo en el tatami y preparación física” cómo García ha ganado dos campeonatos del mundo, tres de Europa y el de España de forma ininterrumpida desde 1998, en la categoría de -62 kilos. La bandera de España que luce en los hombros del kimono le acredita como campeón nacional.
Entre 3.200 y 3.500 personas practican jiu-jitsu en España, una arte marcial que data del Japón de los samuráis, en torno al siglo XII. Nueve siglos después, la técnica se ha heredado, perfeccionado y extendido por todo el globo. Incluida España, donde más de 100 competidores se reunieron en el pabellón de Villaviciosa de Odón para participar en el campeonato nacional, que se celebra desde los años 80.
Antes de ponerse el kimono y saltar al tatami, los participantes se agolpan en el vestíbulo del polideportivo. Son las 9.30. Lo primero que deben hacer es pesarse para quedar encuadrados en una categoría. Por la mañana compiten las chicas, los dúos y los pesos de más y menos de 94 kilos. Por la tarde les toca al resto de los chicos.
Dentro del tatami se respetan las normas clásicas. La inclinación antes de enfrentarse a un contrincante, el no mancillar el tatami pisándolo con zapatos, las técnicas limpias de atemis (patadas y puñetazos), judo en pie y judo en suelo. Todo muy tradicional. Excepto cuando, entre combate y combate, el competidor que ha pasado de ronda se dirige a su mochila, saca su smartphone y manda un whatsapp a su pareja para informarle de la hazaña. O ese otro que se concentra al estilo Michael Phelps: zambulléndose en su música favorita con unos cascos tamaño extragrande. El twitter también está de moda entre los samuráis del siglo XXI. La Federación de Judo (a la que pertenece el jiu-jitsu) ha publicado en su cuenta los nombres de los nuevos campeones a medida que iban ganando las finales. Los propios competidores comentaban antes del torneo los caprichos del sorteo, que ya esperaban con impaciencia, y se daban ánimos antes de empezar.
Una vez que el árbitro decreta el comienzo del duelo, el competidor recupera la esencia de sus antecesores. Primero se colocan las guantillas en pies y manos del color que les corresponde (azul o rojo), saludan a los árbitros –tres por combate–, al contrincante, choque de manos y a pelear. En el campeonato se han visto enfrentamientos ganados por la mínima, palizas de escándalo, full ipon –derrota automática de un participante cuando el rival consigue una técnica perfecta en cada una de las tres partes que forman el jiu-jitsu–, polémica en las decisiones arbitrales, gritos de júbilo y alaridos de rabia. Al final, 16 primeros premios distribuidos entre los combatientes.
Eusebio Sánchez es el seleccionador español desde el 2000. Este séptimo dan pasea por el tatami vestido con la indumentaria arbitral (camisa blanca, pantalón gris, corbata). A veces interrumpe su camino para saludar a algún competidor en particular. Los participantes que han logrado medalla –el año pasado hasta algún bronce asistió– podrán ir al Europeo que se disputará en Walldorf (Alemania) a principios de junio. De ellos, Sánchez elegirá a los que representarán a España en el Mundial. “En un competidor todo es importante, la técnica, la agilidad,… y también la cabeza, que hay que tenerla muy bien amueblada porque un combate se decide en una décima de segundo y los nervios no pueden traicionarte”, cuenta.
Además de seleccionador, Sánchez es director técnico de la Federación Española y de Educación en la Federación Mundial. Conoce los entresijos de la casa y sabe que la situación económica del país se calca en cada una de las instituciones dependientes del Estado. “El presupuesto está por los suelos. La subvención que recibimos [de los poderes públicos] se ha reducido en un 50%”. Esa es la razón por la que los competidores tuvieron que pagarse el viaje y el hotel en el Europeo de Hanau (Alemania) hace un año. Y la causa de que este año tengan que volver a hacerlo.
Las posibilidades de traerse del Europeo alguna medalla son amplias. “El nivel del equipo nacional siempre ha dado garantías, todos los años desde que llegué hemos conseguido medallas”, dice Javier García, indiscutible con la selección. Pero por debajo, el nivel no llega al de Rusia, Francia o Alemania. “A lo mejor el quinto de Francia puede poner en aprietos al campeón español, pero no pasa eso con el quinto de España”, cuenta. La selección se trajo del Europeo de hace un año un oro (en dúo femenino, Leticia Rodríguez y Patricia Martín) y una plata (Óscar Cuadrado, en +94kg).
Conseguir éxitos no garantiza poder vivir del deporte. Es el caso de esta arte marcial. “De dar clase sí se puede vivir, de la competición no”, dice García. “Yo doy clase de jiu-jitsu y de judo, monto campamentos y cursos. Pero con la competición no gano nada. Cuando ganas una medalla a nivel internacional el premio que recibes es muy bajo. [Por ser campeón del mundo] me dieron 4.800 euros”, cuenta.
Las Comunidades celebran campeonatos autonómicos para decidir qué deportistas podrán participar en el campeonato de España, aunque algunos territorios se ven obligados a prescindir de ellos. Eso ha ocurrido este año, por ejemplo, en las islas Canarias. “La razón principal por la que no se ha celebrado es por la falta de inscripciones. Era necesario que hubiera cuatro personas por categoría y no se ha producido”, cuenta Daniel Diepa, competidor de las islas. Él y otros seis compañeros representarán a las Canarias en Madrid. Todos los gastos, vuelo, alojamiento y manutención, corren de su cuenta. “Hasta hace cinco o seis años lo costeaban todo (…) [ahora] por no darnos no nos dan ni chándal”, dice Diepa, tomándoselo con humor.
La gran ilusión de los competidores es que el jiu-jitsu sea incluido como deporte olímpico en los Juegos de Río 2016. El seleccionador Sánchez es optimista: “Las cosas están muy avanzadas, hemos sido de los mejor valorados”. El jiu-jitsu brasileño es uno de los deportes estrella en el país sudamericano, anfitrión olímpico en 2016. A pesar de ello, Sánchez afirma que sería la modalidad tradicional la que se implantaría. “El jiu-jitsu brasileño es parte del nuestro (…). Si entra alguno, solo podríamos ser nosotros”.