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La NFL investiga el 'Superapagón'

El propietario del estadio pidió perdón y la compañía eléctrica afirmó que un sensor que controlaba la intensidad de la señal se apagó automáticamente al detectar una “anormalidad”.

 Ni partido de los hermanos ni San Francisco contra los Ravens, ni el adiós de Ray Lewis. El encuentro del domingo en el Superdome de Nueva Orleans será recordado como la Noche de los Zombies, la Super Bowl del Apagón y la Copa del Hechizo.

Porque pocos minutos después de que Beyoncé dejará atónitos a los 78.000 asistentes en directo y a los más de 100 millones de espectadores que siguieron el partido por televisión los focos del Superdome se apagaron y el estadio se quedó a oscuras.

John Harbaugh, el entrenador de los Ravens, que por entonces estaban por delante en el marcador por 28-6, comenzó a dar gritos, a lanzar insultos y a gesticular a los colegiados como si se quejara de que era un complot de su hermanito, Jim, el técnico de los 49ers.

Inmediatamente comenzaron a correr por la Red teorías conspirativas y por Facebook y Twitter circularon mensajes y rumores de que algún aficionado de San Francisco, al presenciar la malísima primera mitad de su equipo, había arrancado los cables que suministraban la electricidad al estadio de los Saints.

Y a muchos usuarios del Iphone les llegó una foto en la que se veía a alguien tirar de un cable y desenchufando la electricidad: "Los 49 pensaron...no vamos a perder de esta forma".

Muchos aficionados de la Big Easy resucitaron una leyenda urbana que recuerda que el Superdome se construyó cerca de un antiguo cementerio donde se enterraron a algunos de los más famosos músicos de la historia del jazz que reclaman, después de muertos, el dinero que nunca les pagaron porque eran negros y pobres.

Algún listo reaccionó rápidamente y patentó el nombre Superblackout, Superapagón, para asegurarse de que se hablará más del corte de la luz que del encuentro, de la eléctrica actuación de Beyoncé y de los anuncios.

La NFL, que organiza la Super Bowl con mano férrea y casi militar, abrió una investigación, la ciudad dijo que no sabía lo que sucedió porque en el resto de Nueva Orleans hubo luz, el propietario del estado pidió perdón y la compañía eléctrica afirmó que un sensor que controlaba la intensidad de la señal eléctrica se apagó automáticamente al detectar una “anormalidad” que dejó a oscuras el estadio durante 34 minutos.

Ayer ya comenzaron las bromas en los programas nocturnos de la televisión que recordaba que el Superdome ha gastado 336 millones de dólares en su reciente renovación y una “anormalidad” avergonzará a Nueva Orleans durante muchos años y, seguramente, supondrá que ya no hay más Super Bowls en el estadio durante mucho tiempo porque la NFL no perdona este tipo de contratiempos y humillaciones.