ARGENTINA 23-FRANCIA 35
Francia abusa de Argentina
Francia avanza con seguridad y abusó de una dócil Argentina, a la que destrozó sin reparos evidenciando una desigualdad que alcanzó niveles sonrojantes.
Francia avanza con seguridad en busca de su tercer título mundial consecutivo de balonmano y, en su camino, abusó esta noche de una dócil Argentina, a la que destrozó sin reparos evidenciando una desigualdad que alcanzó niveles sonrojantes, casi como si ambos practicaran deportes distintos. Alguien debió crear el balonmano para que tipos como Abalo levitaran durante segundos eternos por encima de las cabezas del resto o para que la plasticidad de Honrubia detenga el tiempo en cada salto.
O para que el mundo deje de rotar cada vez que Karabatic agarra la pelota, como si se tratara de un Atlas moderno. Francia salió a ganar y esa fue la peor noticia para los argentinos. Los galos debían asegurar el primer puesto y colocaron sus mejores piezas sobre la pista en el arranque. Ahí estaban Omeyer, Dinart, Karabatic, Honrubia, Narcisse o Abalo. El poder. Y el miedo que infunde. A los diez minutos, el marcador era de 0-7. Llegar a puerta se hizo un mundo para los latinoamericanos. A su propio agotamiento se sumaba un Omeyer imperial bajo palos, mientras los ''bleus'' salían a gol por minuto, con una facilidad insultante.
Era un partido de niños contra hombres. O de hombres contra dioses. Al descanso, el marcador reflejaba una insalvable diferencia de trece goles (6-19). No había discusión porque no se trataba de un diálogo, sino un soliloquio. Los argentinos siempre han dominado el don de la palabra, pero Francia es cuna de grandes ideas y, en el balonmano actual, ellos son el paradigma dominante. El deporte filosofado. El pabellón transmutado en museo de arte. El prometedor Diego Simonet ni siquiera se quitó el chándal en el banquillo, reservado para la decisiva última jornada. Fue su hermano Pablo quien lideró el arreón en el segundo tiempo. Francia se dedicó a gestionar recursos y energías, y los de Eduardo Gallardo, mucho más asentados, llegaban a situarse ocho por debajo (21-29, m.52). Los argentinos parecieron, durante unas jugadas, pretender cazar al león dormido. Pero todo terminó cuando Karabatic regresó al parqué para devolver las cosas a su lugar. El mundo volvió a girar en la dirección que él solo quiso.