Sólo cuatro finalistas en un equipo de 46 atletas
No se lograba un número tan bajo de diplomas desde Seúl 1988, donde tampoco hubo medallas

El atletismo español dio un paso de gigante en Londres... pero un paso atrás. Volvió a huir de las medallas, como hace cuatro años en Pekín, y disminuyó su cota de diplomas olímpicos de once a cuatro. Un retroceso impresionante. Hay que viajar en el tiempo hasta Seúl 1988 para encontrar una actuación tan mala: cero medallistas y cuatro finalistas.
También se retrocedió en el número de participantes, que tras lesiones y motivos médicos, en terminología de la RFEA, quedó finalmente en 46 atletas, ocho menos que en Pekín. Y habría que volver a Seúl para encontrar una cifra tan baja.
El problema es que la Federación Española muestra como un éxito una cantidad relativamente grande de participantes y que parece que ese es el objetivo principal, cuando en unos Juegos la meta es hacer un buen papel. Si de 46 atletas sólo cuatro llegan a las finales, es que algo falla.
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Y falla estrepitosamente. Algunos de los atletas seleccionados, todos con mínima, eso sí, estaban condenados al fracaso. Y todo el mundo lo sabía. De los cuatro finalistas, además, tres tienen 30 años o más: 33 para Ruth Beitia (que se retira ya de la alta competición) y Frank Casañas y 30 para Beatriz Pascual. Un dato preocupante. Se salva Miguel Ángel López, finalista en 20 kilómetros marcha, con 24.
Para más inri en el equipo estaba Ángel Mullera, sospechoso de dopaje por intercambiar correos electrónicos comprometedores (AS desveló la noticia) y expedientado por la RFEA. No va más.
