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GOLF | PGA CHAMPIONSHIP

Rory McIlroy asume el mando ante la crisis de Tiger Woods

El norirlandés (-7) lidera en solitario tras la tercera jornada, finalizada el domingo por la mañana. Tiger reconstruye parte de su golf y termina a cinco golpes.

Fernando López de Lorenzo
Rory McIlroy.

Llegaba el sábado al PGA Championship, el día de los movimientos, el día en el que todos acusan las prisas por no perder opciones de cara a la victoria y Rory McIlroy dio un golpe de autoridad. Uno de esos puñetazos sobre una mesa que silencian una sala, que imponen, que dejan claro que hay alguien que quiere mandar. Y pocas cosas son tan imparables como el propio McIlroy cuando destila su mejor juego. Una de ellas, las inclemencias del tiempo. La lluvia y las tormentas eléctricas interrumpieron la jornada y algunos jugadores tuvieron que completar el domingo recorrido. Una decisión que perjudicó a muchos y que dejó un beneficiado: Tiger Woods.

Autodestruido el sábado por las mismas dudas que le oscurecieron la mente en los fracasos de los dos grandes anteriores, Woods abandonó sin explicación alguna todo lo bueno que había estado haciendo en las dos primeras jornadas. Cuando las cosas no siguen el plan establecido, Tiger se angustia, insiste en tirar de su fuerza y entra en un descontrolado bucle de errores. Los fallos en el green se traducen en despropósitos desde el tee y, entonces, elimina toda posibilidad de generar buenos disparos desde la calle. Los cuatro bogeys casi consecutivos en los primeros ocho hoyos no encontraron alivio y se intuían como una imparable caída. Pero el californiano se retroalimenta de los alaridos del público y justo llegaron cuando más perdido estaba, cuando más necesitaba los birdies. Ambos aparecieron el domingo y el -2 final le deja una oportunidad, aunque se adivinan demasiados muros entre Tiger y Rory Mcilroy (líder con-7 después de 67 golpes).

El espectacular recorrido del norirlandés le dejaba el sábado en una inmejorable situación para conseguir un nuevo grande. McIlroy jugó un golf impresionante. Además, el putter funcionó a la perfección. No importó si le apretaba la presión de embocar un largo par o si se iluminaba una oportunidad de birdie. La bola prácticamente siempre acabó en el agujero. Ante esa exhibición sobre los sinuosos y eternos greenes de Kiawah, pocos dieron un argumento firme. Con Vijay Singh estrellado (-2) y Tiger reconstruyéndose, el único capaz de parar esa tendencia era el propio McIlroy y la dificultad de reavivar por la mañana esas buenas sensaciones. Sufrió de inicio en la reanudación, pero pronto volvió a deleitar con ese precioso golf que predica. Saldrá primero con tres golpes de ventaja sobre Carl Pettersson (-4), otro de los pocos que supo competir en la mañana del domingo.

Por lo demás, la jornada fue realmente espectacular. Tras la catástrofe del viernes (la media de golpes fue la más alta de la historia de un PGA, 78,1), Kiawah mostró de nuevo su cara más amable. Ayudado por la organización, que buscó acortar tees y favorecer el festival de birdies con banderas muy atractivas, el campo permitió resultados muy bajos. Desde primera hora de la mañana, jugadores rezagados como Justin Rose y Jason Dufner mostraron una interesante forma de hacer las cosas. Kiawah no era imbatible. Poco a poco aparecieron golfistas y Steve Stricker (67 para -2 en el acumulado) lideró a un grupo de peligrosos jugadores que se han procurado una valiosa opción de cara al domingo, como el estadounidense Bo Van Pelt (-3) o el irlandés Padraig Harrington (-1), siempre presente cuando hay pelea.

Su problema pudo ser que la lección que dieron sobre la arenosa hierba de Kiawah la aprendieran los que venían detrás. Sin embargo, la suspensión le dio un importante empujón a su extraordinario movimiento. El -5 de Adam Scott se convirtió en un -3, mismo resultado que Trevor Immelman, ganador del Masters de Augusta en 2008. El 'moving day' cumplió su cometido: apretó el torneo, abrió múltiples opciones, permitió hacer buenos resultados y predice una impresionante jornada final del PGA.

En cuanto a los españoles les tocó la parte fea del día. Gonzalo Fernández-Castaño (+4) no consiguió conducir su vuelta hacia cotas cercanas a los líderes. Mientras que Miguel Ángel Jiménez (+2) no fue capaz de mantener los buenos momentos que diseñó en los nueve primeros hoyos y se arrodilló ante la segunda vuelta de Kiawah.