Azarenka y Mirnyi suceden a un superviviente del Titanic
La pareja bielorrusa es la primera campeona en esta especialidad desde 1924, cuando se llevaron el oro Hazel Wightman y Richard Williams, héroe de guerra y superviviente del Titanic.


Los bielorrusos Max Mirnyi y Victoria Azarenka se han proclamado en Londres 2012 campeones olímpicos de tenis en la categoría de dobles mixtos tras imponerse a los locales Andy Murray, héroe del cuadro individual tras su oro ante Federer, y Laura Robson. Los británicos habían recibido una ‘wild card’ que no obtuvo España en una disciplina que el propio seleccionador Alex Corretja había definido como “difícil de entrenar”.
El triunfo otorga a Mirnyi y Azarenka el primer oro en doble mixto en casi 100 años ya que esta modalidad había estado fuera del programa olímpico desde los Juegos que se celebraron en París en 1924. Sus nombres suceden así en el palmarés a los que han figurado como vigentes campeones durante casi nueve décadas: Hazel Wightman y Richard Williams, héroe de guerra y superviviente del Titanic que vuelve así a ser actualidad meses después de que se cumplieran, la noche del 14 al 15 de abril, cien años de la tragedia que siguió a la ya icónica colisión del mítico barco con un iceberg.
Richard Norris Williams, afamado tenista cuya especialidad fueron los dobles, conoció la gloria de Wimbledon en 1920 en el mismo escenario donde casi un siglo después se han repartido las medallas del tenis olímpico en Londres. Miembro del Salón Internacional dela Famadel tenis desde 1957, ganó aquella final olímpica de dobles mixtos, la última hasta ahora, con 34 años y una lesión de tobillo. Su compañera Wightman, de 37, le pidió seguir: “quédate en la red, yo correré”. Ganaron (6-2 y 6-3) y Richard Williams añadió así la gloria olímpica a una biografía que le había convertido en una celebridad de su época.
Porque Richard Williams pudo contar antes de París 1924 historias que muchos jamás pudieron. Vivió y sobrevivió a la Primera Guerra Mundial, de la que salió como un héroe de guerra con la máxima condecoración del ejército francés. Y vivió y sobrevivió al hundimiento del Titanic, donde estuvo a punto de perder las piernas, prácticamente congeladas cuando fue rescatado. Su papel en las dramáticas últimas horas del buque dio además para una anécdota excepcional que el director James Cameron utilizó después en su multimillonaria película: después del choque tuvo que romper una puerta para liberar a un pasajero y fue reprendido por ello por un mayordomo que amenazó con denunciarle por destrucción de propiedad de la empresa White Star Line. Cuando le rescató el RMS Carpathia llevaba más de seis horas aferrado a un bote salvavidas con las piernas sumergidas en las gélidas aguas. Mucha gente había muerto a su alrededor y los médicos le recomendaron la amputación. Se negó una y otra vez. Y dos años después fue elegido mejor jugador de tenis de Estados Unidos.
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Murió en 1968, mucho después de aquella noche de abril en la que viajaba, junto a su padre y en primera clase, en una de las embarcaciones más famosas de la historia con el billete número 17597. Era, siempre lo fue, un tipo tímido y sencillo que no disfrutaba ni de los homenajes ni del reconocimiento. Dormía a pierna suelta cuando el barco, a priori imposible de hundir, colisionó con el iceberg. Soñaba con torneos de tenis y con su ingreso en Harvard, uno de los motivos de su viaje. En pleno desastre quiso compartir en uno de los salones del Titanic un trago junto a su padre, convencidos de la invulnerabilidad de la embarcación. El camarero les recordó que no servían bebidas a partir de la medianoche así que vagaron por el barco e incluso pedalearon en las bicicletas estáticas del gimnasio para entrar en calor. El frío era una ominosa señal de lo que siguió y que comenzó, el propio Williams lo recordaba, con un sonido estremecedor. Pronto estuvo en el agua, alejándose a nado de un barco que se cernía sobre él en lo que definió como “una visión majestuosa a pesar del horror que implicaba”.
El bote salvavidas seriamente dañado al que se encaramó acogía a otras treinta personas. Sobrevivieron once, entre ellos un jugador de tenis al que el doctor del RMS Carpathia quiso amputar las piernas por miedo a la gangrena. “Ni se le ocurra, voy a necesitarlas”, contestó Richard Williams, que volvió a jugar con aquellas piernas que nunca recuperaron su color natural pero con las que se proclamó, con los pantalones largos propios de la época, campeón olímpico en 1924 y a través de los años, vigente su título hasta este triunfo en 2012 de Azarenka y Mirnyi.