Ferrer y Feliciano perdieron la chispa y también el bronce
Feliciano López y David Ferrer aún estaban jugando ayer el partido del viernes. El de las cuatro bolas de partido desperdiciadas que les llevaban a la final olímpica.


El de las tres horas y 29 minutos y 34 juegos en el último set. Y en esas entregaron a Richard Gasquet y Julien Benneteau la medalla de bronce. Cayeron por 7-6 (7/4) y 6-2 en una hora y 19 minutos.
"Todavía estábamos intentando asimilar lo que nos había pasado... Ni física ni mentalmente nos encontramos a la altura". El resumen del toledano, que con 31 años vio cómo se le escapaba una oportunidad única, condensó el partido. La noche anterior, casi no había pegado ojo.
La pareja española despedía bolas blanditas al centro de la pista para que las rematara Gasquet (20º del mundo) o para dar alas a Benneteau (32º), que sobreactuando con gestos y gritos que condensaban sus ganas, su deseo de ganar, puso el carácter. Francia subió a dos parejas al podio. Los Bryan arriba, tras ganar a Tsonga y Llodra (6-4 y 7-6).
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Feliciano y Ferrer no encontraron el fogonazo que rompiera la dinámica, y no se escondieron a la hora de reconocerlo. "Me encontré nervioso, sin chispa ni soltura. La derrota de semifinales pesó bastante. Ahora, el cuarto puesto me da igual, porque vine aquí a ganar una medalla", se sinceró Ferrer.
El tenis había dado a España once metales desde su reintroducción en el programa olímpico en Seúl 1988, dos en Pekín con Rafa Nadal y el dobles Anabel Medina-Vivi Ruano. De Londres se marcha de vacío.