'La Bestia' Yohan Blake amenaza los dominios de Usain Bolt

La televisión jamaicana preguntó a Usain Bolt en 2008, tras ser campeón olímpico de 100, 200 y 4x100 metros, sobre los atletas más jóvenes que él. El Relámpago no dudó: "Miren a Yohan Blake. Trabaja como una bestia". Lo que demuestra que Usain tiene buen ojo para detectar a sus rivales futuros (Blake, compañero de entrenamientos desde muy poco antes de los Juegos, le batió en los Trials 2012 de la isla caribeña dos veces en 48 horas, en 100 y 200) y para adjudicar apodos, porque de ahí surge el alias de La Bestia con el que se le ha bautizado.

¿Y quién es Blake? Un velocista de 22 años, de 1,81 de estatura y 73 kilos de peso, campeón mundial de 100 en 2011, tras una escapada de Bolt y que hoy compite en Lucerna (Suiza). Es el prototipo de sprinter relativamente bajito, pero tremendamente veloz y eficaz, capaz de correr los 100 en 43 zancadas, como hizo en los Trials de Kingston. Bolt lo hace en 41.

Yohan da su propia versión de por qué le llaman La Bestia: "Me entreno incluso en los días de descanso. En Navidades, Glenn Mills, mi preparador, me llamó para recordarme que no debía hacer nada, sino descansar". Más sobre el apodo de La Bestia. Antes de la carrera de Bruselas del año pasado, Bolt aconsejó a su amigo: "Corre la curva rápido, pero no a tope, y luego, en la recta, saca La Bestia que llevas dentro". Y la sacó: 19.26, segunda mejor marca de la historia, amenazando el récord mundial de su consejero.

Blake fue un niño prodigio que con 19 años corría en 9.93 y se convirtió en el único atleta de esta edad que ha roto la barrera de los 10.00.

Consiguió el registro el 17 de julio de 2009, en París, pero su marca fue anulada porque el 25 de junio había dado positivo con un estimulante y fue castigado con tres meses de sanción.

La web de la IAAF, en todo caso, sigue incluyendo el registro en el ránking de ese año. Parece que Blake consumió por error barritas energéticas contaminadas con sustancias prohibidas, pero sobre su cabeza pende una espada de Damocles, porque un nuevo positivo le acarrearía, quizá, una sanción de por vida.