Golf | Masters de Augusta
Mickelson brilla en un día gris para Sergio y Jiménez
El estadounidense y Hanson, candidatos en la jornada final
El tercer día del Masters de Augusta, el de movimiento, fue una pesadilla para Sergio García y Miguel Ángel Jiménez, y un sueño para Mickelson. Los españoles, que maravillaron en las dos primeras jornadas, no supieron eludir las trampas que prepararon los directores del torneo y se alejaron de la cabeza.
A diferencia de vueltas anteriores, el putter con duende del Pisha Jiménez perdió la magia y no supo entender la nueva velocidad de los greenes de Augusta (¡frenéticos!). Se marcó siete bogeys que le llevaron a firmar una tarjeta de 76, y hoy saldrá en +1 y sin opciones.
Un hoyo por detrás, Sergio hacía buena, por desgracia, su frase "Soy el que más miedo me doy". Tal vez se contagió de la desesperación de McIlroy, su compañero de partido, que no vive su mejor Masters. Acabó en -1 gracias a su recta final.
A quien dio igual la velocidad de los greenes, el viento o la presión fue a Phil Mickelson. El zurdo de San Diego, con tres chaquetas verdes en su armario, vive Augusta con una devoción que roza lo religioso, como demostró el jueves por la mañana cuando se pegó un madrugón para ver el saque de honor de Palmer, Nicklaus y Player (Big Three). Tal vez pagó el abuso, porque el primer día hizo +2, pero Lefty conoce el Masters al milímetro y su experiencia (20 veces ha jugado aquí) le dijo ayer que había llegado el momento de pasar al ataque. Hizo -8 y terminó muy cerca de Peter Hanson (-9), un animal de larga pegada, al que se le atribuye una fragilidad mental que ayer no salió por ningún lado (más bien parecía Robocop).
También brilló el sudafricano Oosthuizen, campeón del British. Hoy, jornada final con estos tres favoritos, pero en el National ganará el que mejor sepa esquivar las trampas del Masters.
Tiger naufragó en el National
Tiger Woods dejó casi a cero sus opciones de ganar el Masters tras firmar una tercera jornada en par, que no pudo arreglar el desaguisado que el Tigre hizo el segundo día (75 golpes), donde llegó a tirar su hierro 9 al suelo víctima de la desesperación. Woods está en +3, lejos de la cabeza, y su imagen dista de ser la del renacido Tiger, que conquistó en Bay Hill el Arnold Palmer. "El problema es que sé lo que tengo que hacer, pero no lo hago. Es algo muy frustrante", decía.