Rugby | VI Naciones
Épica numantina inglesa y alguna burbuja francesa
Italia se inmoló en París y Escocia se mostró ineficaz.
Francia e Inglaterra estrenaban seleccionadores, coartada perfecta para minimizar riesgos, ceder la iniciativa, el campo y hasta el balón. Y aun compartiendo ese mezquino planteamiento del contrapelo, evidenciaron propuestas antagónicas en su rugby.
Los galos tienen potencial ofensivo, ciertos ramalazos de flair que hacen pensar un futuro burbujeante. En Malzieu y Fofana se advierte talento trabajando los pasillos invisibles. Ayer se intuyó algo de eso ante una Italia empeñada en jugar a algo a lo que no sabe, no debe y no puede. El francés Jacques Brunnel, que estrenaba cargo como capo italiano, ha dado orden de atacar desde cualquier parte. Audaz teniendo en cuenta su delantera, insensato observando a unos tres cuartos retratados en el ensayo de Malzieu, quien pasó silbando entre cuatro italianos que han confundido la agresividad con la testosterona.
Mientras Italia intentó comerse la sopa con cuchillo y tenedor en París, Escocia trató de hacer lo propio ante un filete armado con una cuchara en Edimburgo. Todo el talento ofensivo que se advierte en Francia, se transforma en oficio defensivo en Inglaterra. El seleccionador Stuart Lancaster ha heredado una patata caliente y pretende solventarla de la manera más práctica: reclutando al núcleo duro del equipo más solvente de su país, los Saracens. Alineó a Hodgson, Farrell, Barritt, Strettle y Ashton (éste será sarry en junio) y jugó a lo mismo que el equipo de Watford, a plantar una defensa numantina en su 22 y convertir el partido en un estoico ejercicio de paciencia épica que retrató a los escoceses.
Agonía. El ejercicio de esterilidad ofensiva de los del cardo desnudó un mal endémico de su rugby, su incapacidad para sumar ensayos, algo que de un tiempo a esta parte ha pasado de tendencia a costumbre y de costumbre a problema. Escocia se mostró tan perezosa en los apoyos como torpe en los intervalos, algo que tiene que ver con lo lejos que trabaja las jugadas de la línea de defensa rival. Sumando a eso que la camiseta inglesa sigue siendo la que más pesa del rugby europeo, por no decir del mundial, se explica una derrota escocesa que necesitará de sesiones de diván y psicoanalistas. Apenas se salvaron Cusiter, Gray y un descarado Denton. Inglaterra, por su parte, ha emprendido un tortuoso trayecto que camina entre la agonía y la épica.