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Golf | Un minuto de silencio por Seve

Pedreña enmudece y recuerda a su inconfundible 'vigía'

"Severiano era un vecino más"

Actualizado a
<b>SILENCIO. </b>Vecinos de Pedreña.
serrano arce y nacho cubero

Pedreña se caracteriza por su tranquilidad, además de por su belleza. Pero ayer asustaba tanto silencio. El impacto de la noticia y el respeto al deseo familiar mandaban. El pueblo natal de Seve, de unos 1.500 habitantes, amaneció sin su vecino más laureado. Todos conocían a la perfección al campeón. Más de uno se lo cruzaba a menudo por el Culebrero a la hora del ir a tomar café. Otros, en los largos paseos del golfista hacia Somo o Rubayo. Y todos, absolutamente todos, se detienen frente a la mansión de Seve para contemplarla.

Desde ella se ve, justo enfrente, Santander. La ubicación del chalet es la envidia de todos. "Vive en el mejor sitio del mundo", asegura su tío. Está en lo más alto del pueblo y desde ahí, a Seve le gustaba ver el campo de golf donde comenzó de caddie, así como el suyo propio. Un placer mientras hacía ejercicio. Así era feliz Seve. Mucho más en estos últimos años. Desde abril, asimilando lo que se avecinaba, no dejaba de contemplar el paisaje. De ahí que ordenara esparcir sus cenizas donde tantas veces jugaba. Mandó que nadie se comunicase con él. Quería tranquilidad. Con sus amigos más íntimos intercambiaba mensajes. Hasta que dejó de hacerlo hace una semana. "Ahí nos temimos lo peor", asegura un miembro de la familia.

Ese estilo introvertido hace que la mayoría de los pedreñeros coincidan en que no era accesible. "Igual lo veíamos como una estrella, cuando realmente era uno más, pero él no se sentía lo suficientemente valorado en su tierra en comparación con el extranjero. Y quizás llevaba razón", decía un anciano del Barrio El Cristo. Otros reconocían que había dulcificado su carácter y se hacía querer más. "Era muy educado. Un hombre normal. Siempre saludaba cuando salía a pasear. Gracias a él todo el mundo ubicaba ahora Pedreña y eso es un lujo para nosotros", reconocía Enma.

Todos los vecinos saben que la familia adora la intimidad. Por eso, ninguno de ellos apareció ayer junto a la casa. Sólo dos fans y una mujer recién acicalada, con la intención de salir en los medios, a la que no le permitieron entrar. El resto permaneció asomado a los balcones y pueblo abajo intentando continuar con sus vidas mientras se informan por los periódicos.