Rugby | Selección
Los resultados rebaten las nacionalizaciones del rugby
El escaso nivel del rugby español obligó a Regis Sonnes a tomar una decisión: ¿nacionalizar jugadores para sacar resultados a corto plazo o apostar por jóvenes a medio plazo? Eligió lo primero, pero los resultados no cumplen las expectativas.
El rugby español está en un callejón sin salida. La Selección paga la precariedad de una liga plagada de extranjeros mediocres, que lejos de aumentar el nivel hipotecan la proyección de los jóvenes españoles. El resultado es un deficiente rugby amateur. Ante esta tesitura, el nuevo seleccionador, el francés Regis Sonnes, ha optado por incrementar el nivel del XV del león nacionalizando jugadores. El 64% de los internacionales que han vestido la camiseta de España en su etapa ha nacido fuera del país. Sonnes, con contrato bianual, fija el límite: "A igualdad de condiciones, jugará el de aquí. Quien venga será porque mejora lo que hay". ¿Cortoplacismo? Si medimos la competitividad, la apuesta ofrece convincentes rendimientos ante mundialistas como la victoria ante Namibia, el buen segundo tiempo frente a Canadá o la honrosa derrota ante Rusia.
Debacle. Pero si atendemos a los resultados, esta extranjerización resulta un fiasco. Las dimensiones de la debacle de Georgia (60-0) nos remontan a 1994 en busca de otro rosco del león, 0-54 con Gales. Y un dato sangrante: España ha recibido 60 puntos en tres de los siete partidos de la era Sonnes (Japón, Canadá y Georgia). Aun así, nadie cuestiona el trabajo del francés, que ha contado con 65 jugadores, impensable en su antecesor, Ged Glynn, famoso por su desconocimiento del rugby español.
La raíz del problema se localiza en Ferraz 16, sede de la federación que preside Alfonso Mandado. Desde su llegada, en 2001, España ha caído en el ránking de la posición 18ª a la 23ª. Su presupuesto (2.184.107 euros) lo sostienen las subvenciones (1.578.413), destacando el generoso CSD, y 606.394 euros que recauda por licencias, cuotas y derechos de formación. En patrocinios sólo ingresan 277.000 euros.
Mientras España se hunde en las cloacas del rugby (la IRB la considera país de 3ª mientras Portugal es de 1ª), Mandado se afana por cerrar una surrealista gira por Sudamérica y modificar los estatutos para perpetuarse con un cuarto mandato. Ante esto es difícil cuestionar al comprometido Sonnes. Aunque extraña toparse en la grada con Feijoo, una referencia, mientras le suplanta un francés que no le mejora.