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Balonmano | Mundial 2011 | españa 32-Islandia 24

Semifinalistas

España arrolló a Islandia con una primera mitad casi perfecta

<b>ENERGÍA. </b>Ayer Valero Rivera jugó sólo con 12 jugadores, pero la aportación del banquillo en energía positiva fue constante durante los sesenta minutos del encuentro.
ENERGÍA. Ayer Valero Rivera jugó sólo con 12 jugadores, pero la aportación del banquillo en energía positiva fue constante durante los sesenta minutos del encuentro.ap

Ya sé que la perfección no existe, que todo es susceptible de mejorar, y en eso se fundamenta la evolución y la mejora. Pero aunque no exista, la primera media hora de España ante Islandia se debe acercar mucho a ella, porque fueron treinta minutos increíbles, sólo comparables en selecciones a la final del Mundial en Túnez frente a los croatas. Porque la defensa en 5-1 fue memorable, porque el contragolpe fue espectacular, porque la velocidad en el juego organizado fue eficaz; porque la portería fue increíble; porque la mentalidad fue única.

Todos esos calificativos definen el resultado con el que España se fue al descanso (20-10), y no ante un cualquiera, porque enfrente tenía a la subcampeona olímpica, la que le dejó a España sin final en Pekín, que fue bronce en el Europeo de 2010, e invicta en la primera fase del Mundial.

Valero Rivera, además, no dio respiro a casi nadie. Me lo imagino disfrutando de su Selección, que moviendo el balón con una rapidez de vértigo entre unas cosas y otras sólo había concedido tres pérdidas de balón.

Nombres: Gurbindo, de fábula. Por origen y puesto, asume el relevo de Mateo Garralda. Ayer fue la confirmación de su mejora general en cada jornada. Los Entrerríos: Alberto, camino de convertirse en el mejor lateral diestro del Mundial, y Raúl, aportando más que en ningún encuentro. Sterbik... de sobresaliente en la portería y motivado. García Parrondo y Morros, con ese trabajo oscuro imprescindible para maniatar al rival.

Es decir, en el día clave, en el que se jugaba pasar a las semifinales, enterrar los malos recuerdos del Mundial de Croacia, y apuntarse la revancha de Pekín, España entró en la pista a mil horas; Islandia, como un diesel, tardó demasiado en entrar el calor.

La segunda mitad fue para los nórdicos. Primero, porque era imposible que España mantuviese el nivel; segundo, porque Islandia tiene calidad, prestigio y orgullo; y tercero, porque el arbitraje fue más permisible y de criterio dispar. Pero Islandia nunca rebajó de cinco goles las diferencias, y aunque tuvo fe en sus fuerzas, no tuvo opción. España, semifinalista otra vez.