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olimpismo | ha muerto samaranch

Samaranch, el señor de los anillos

Fue ventiún años presidente del COI, al que condujo con la destreza de un político y el corazón de un deportista. La concesión de los Juegos Olímpicos para Barcelona en 1992 le consagraron como hombre clave del deporte español.

Juan Antonio Samarach (Barcelona, 1920-2010).
Diario AS

Con la muerte de Juan Antonio Samaranch Torelló (Barcelona, 1920) desaparece, probablemente, la figura más importante del deporte español a lo largo de su historia. Fue presidente del COI ventiún años y durante su mandato España consiguió organizar por primera vez unos Juegos: los de Barcelona 92. También fue bandera de la candidatura madrileña para 2012 y 2016, aunque con menos éxito.

"Tengo 89 años, estoy al final de mi vida, os pido la concesión de los Juegos para mi país", dijo en octubre de 2009 para convencer al COI de que escogiera a Madrid antes que a Río de Janeiro.

Pero ni siquiera la proximidad del final de sus días sirvió para que la capital española fuera elegida. Samaranch jamás hubiera estado en esos Juegos. Murió hoy a sus 89 años de una insuficiencia cardiaca, justo diez años después que su mujer, María Teresa Salisachs, quien falleció en 2000.

El hockey

Samaranch fue un amante de los deportes que prefería estar tras ellos. Aunque en su juventud fue jugador y seleccionador de hockey sobre patines, boxeador y futbolista, nunca pensó en dedicarse a ello. Era un estratega, no un deportista.

Se graduó como profesor mercantil y se diplomó en el Instituto de Estudios Superiores de Empresa. Sin razón aparente, decidió dedicarse al periodismo deportivo (enviado especial a Helsinki 52) durante una etapa de su vida.

A Samaranch siempre se le vio con sus gafas de pasta. Leía desde temprano la prensa deportiva y procuraba estar al tanto de todas las competiciones.

Pasó por decenas de cargos político-deportivos: presidente de la Federación Española de Patinaje, jefe de la delegación española de los Juegos Olímpicos de 1956, concejal de Deportes del Ayuntamiento de Barcelona (1955-1962) y delegado de Educación Física y Deportes (1967). Ese año apretó el botón que echó a andar la rotativa en la que se imprimió el primer número del diario AS.

Política y deporte

En 1973, el viejo Samaranch decidió dejar de lado el deporte para dedicarse exclusivamente a la política. Ese año fue nombrado presidente de la Diputación Provincial de Barcelona, consecuencia de su militancia en la Falange Española Tradicionalista y de las JONS. También llegó a ser embajador en la Unión Soviética y Mongolia, lo que de alguna manera le llevó a la cima: en 1980 fue elegido presidente del Comité Olímpico Internacional, justo antes de los Juegos Olímpicos de ese año, celebrados en Moscú y boicoteados por un gran número de países occidentales por la invasión soviética de Afganistán. Al COI había llegado en 1966 después de pasar diez años en el COE, primero como miembro y luego como presidente.

Ventiún años estuvo en el máximo cargo del movimiento olímpico. En 2001 fue sucedido por Jacques Rogge tras haber renunciado y ser nombrado presidente de Honor Vitalicio. Samaranch veía al COI con los ojos de un político y el cuerpo de un deportista. Gracias a ello acabó con los boicots políticos a los Juegos Olímpicos, permitió la participación de deportistas profesionales y aumentó el nivel de competición entre los participantes.

Pero sobre todo, sacó al movimiento olímpico de la bancarrota en la que se encontraba al final del los 70 y concibió el patrocinio olímpico como algo global que se debía hacer desde el COI y no como hasta entonces, desde la ciudad organizadora.

Barcelona 92

Pero detrás de Samaranch siempre estuvo su pasado político. En múltiples ocasiones intentaron desprestigiarle. Las manifestaciones en su contra nunca llegaron más allá gracias a sus logros. El gran éxito de su vida fue conseguir que Barcelona, la ciudad en la que nació, fuese proclamada sede de los Juegos de 1992. Fue su propia voz quien lo anunció al mundo.

Hace un año, cientos de personas se unían para pedirle que abandonara la presidencia honoraria del Comité Olímpico Internacional (COI). Una foto de él, en la que alzaba el brazo junto a un elenco de representantes del régimen franquista -publicada por la revista Sàpiens?, fue la razón para que algunos exigieran su cabeza por ir en contra de los "valores democráticos y fraternales del deporte mundial". Sin embargo, en 1938, en plena Guerra Civil, había ejercido como sanitario del Ejército republicano.

Luchar contra quienes le recordaban su pasado fue una batalla dura, pero Samaranch nunca renunció. Es más, siguió luchando porque Madrid llegara a ser la capital de los Juegos Olímpicos en 2016. Veía que la muerte estaba cerca y ese era su sueño antes de que fuera su hora.

Samaranch fue el segundo presidente del COI con más tiempo en el cargo, tras el barón Pierre de Coubertain, padre del movimiento olímpico.

Samaranch tiene un hijo de su mismo nombre que también es miembro del COI y vicepresidente de la Federación Internacional de Pentatlón Moderno y una hija, María Teresa, que es presidenta de la Federación Española de Deportes de Hielo.