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jj. oo. | hockey | canadá 3 - suiza 2

Los anfitriones necesitaron de los penaltis para imponerse a Suiza

Hiller, espectácular en porteria para los helvéticos.

Moisés Molina | Vancouver

El segundo partido de la jornada, enfrentaba a los anfitriones con Suiza y venía precedido por un peculiar y curioso calentamiento previo, provocado por los medios de comunicación canadienses que no dejaban de recordar la derrota de hace cuatro años, cuando en Turin 2006 los profesionales de la NHL fueron humillados por los helvéticos por un resultado de 2 a 0, principio de la hecatombe canadiense que terminaría aquella cita en séptimo lugar. De ahí, la sed de venganza que rezumaba el pabellón de los Vancouver Canucks desde una hora antes de que comenzara el choque. El ambiente era eléctrico, frenético si se quiere, y es que no existe nada como el hockey hielo en Canadá, como para unir aquí a la gente.

En medio de esta atmosfera, parecía como si la primera canadiense - Iginla, Crosby y Nash-, saliera un tanto impresionada, como si les pudiera la presión de los primeros instantes y fueron los suizos los primeros en poner a prueba a Martin Brodeur, hoy titular bajo palos para los locales. Los europeos pronto se metieron en compliaciones con las infracciones y tuvieron que jugar con uno menos durante dos minutos por sanción a Sprunger. Hiller, portero suizo que milita en Anaheim Ducks, capeó el temporal como pudo. Pero, los helvéticos una vez recuperado el quinto jugador, puso de nuevo en aprietos el marco canadiense. Canadá volvió a gozar de una ocasión en el power play, pero los equipos especiales no parecían tener el día.

En una jugada aislada, con puck en profundidad de Duncan Keith, Danny Heatley lograría el primero, tras cerrar perfectamente la valla derecha Jonathan Toews quien prolongó para Marleau y éste, para su compañero de San José inaugurando así el luminoso. Suiza no se arrugó y un disparo de Wick hizo que viéramos la mejor versión de Brodeur. Esa que le hace ser uno de los porteros más seguros en momentos cruciales y en el que se han basado durante tantos años los New Jersey Devils para sumar tres Stanley Cups. "Clutch Players" los llaman por aquí. Jugadores que no se arrugan..., y así, con Canadá desperdiciando otro 5 contra 4, llegamos al primer descanso con los organizadores ganando por la mínima, pero siendo escandalosamente superiores en el apartado de disparos a puerta: 17 a 8.

Suiza comenzó el segundo periodo teniendo que meter a un hombre en el congelador a los 28 segundos de la reanudación. Siete más tarde, Patrick Marleau aprovechaba un rechace para anotar el 2 a 0 en superioridad numérica. Los helvéticos volvieron a ser víctimas de los árbitros, en este caso por enviar el disco a la grada en su zona defensiva permitiendo de nuevo a Canadá jugar en ventaja. En esta ocasión, la defensa de los hombres de Krueger solventó la inferioridad.

El segundo periodo tuvo tramos de auténtico "correcalles", acción ininterrumpida de costa a costa en el que se alternaban las oportunidades por parte de ambas selecciones. En una de ellas, los suizos recortaron distancias gracias a una magnífica internada de Ivo Ruthemann por flanco izquierdo, que terminó con poderoso y preciso slap del delantero del Berna, sobre el interior del poste derecho de la portería de Brodeur. Casí a renglón seguido Suiza pudo dar continuidad a esa inercia sicológica gracias a la primera penalización señalizada contra Canadá, pero no fueron capaces ante los equipos especiales defensivos de los canadienses.

Parecía que Canadá había acusado el gol en contra y tardó en encontrar de nuevo la senda del marco de Hiller. Suiza pareció tejer una sutil tela de araña en su zona neutral complicándole el tránsito a los canadienses por esa parcela del hielo. Además de todo esto, hubo jugadores canadienses a los que el cartel de mega-favoritos les estaba pesando toneladas. Han adivinado bien: Sidney Crosby jugaba cada disco como si ese fuera el último puck de su carrera. Los helvéticos aprovecharon uno de los cruces de cables habituales de Chris Pronger y en pleno desconcierto local, anotaron el empate con la inestimable colaboración del patín izquierdo de Marleau. Así, ante la incredulidad de la parroquia canadiense, se llegó al segundo intermedio con tablas en el marcador.

Canadá salió al hielo en el tercero queriendo demostrar desde el mismísimo saque inicial, que no estaba dispuesto a que Suiza le trastocara los planes de un eventual liderato en el grupo A, a espera del gran duelo ante los estadounidenses el domingo. Claro, no habían contado con los suizos. Y los suizos continuaron haciendo su juego, minando la zona medular, cortocircuitando una y otra vez el ataque canadiense. A todo esto se iba sumando que los suizos se atrevían a soltarse más y más, mientras la desesperación por no encontrar el ritmo de juego adecuado, comenzaba a hacer mella en las filas locales y debo decir que la gestión de banquillo que hizo Mike Babcock .

Entonces fue cuando Canadá tiró de lo que suele tirar cuando el juego no le acompaña: de corazón y músculo, mucho músculo, pero se encontró con un inconmensurable Jonas Hiller, robando en paradas consecutivas dos ocasiones que llevaban marchámo de gol. En esas dos acciones, el portero de los Patos demostró a los incrédulos la razón por la que todo un MVP como Jean Sebastian Giguere, había tenido que pedir su traspaso de Anaheim ante la indiscutible titularidad del helvético.

Suiza aún tendría que sufrir. Un toque leve de Paterlini sobre Crosby fue sancionado de manera severa como enganchón y los canadienses iban a gozar de un hombre de ventaja en el tramo final del partido. De nuevo Hiller estuvo excepcional, sacando de quicio a sus rivales con paradas realmente brillantes, por lo que se hizo necesaria la primera prórroga del torneo: 5 minutos de cuatro-contra-cuatro, con gol de oro en vigencia. El primero en marcar se llevaría la victoria.

El tiempo añadido comenzó con una embestida fuera de lugar de Rick Nash sobre Hiller, como si fuera algún tipo de mensaje. Afortunadamente para el espectáculo y para los suizos, Hiller pudo continuar defendiendo su marco. Fue una muerte súbita impresionante, de juego, de emoción y de oportunidades por parte de uno y de otros.

El encuentro necesitó de la tanda de penaltis para dirimir al ganador y ahí, el hockey fue tremendamente injusto con Jonas Hiller. Tanto Brodeur como el portero suizo, detuvieron los tres primeros lanzamientos a los que se enfrentaron -Dominachelli, Lemm y Wick para Suiza, mientras Crosby, Toews y Getzlaf para Canadá-. Ninguno de los seis pudieron con el guardameta contrario. Luego Babcock ordenó que Crosby comenzara tirando de nuevo la siguiente tanda. Sidney en esta ocasión sí pudo con Hiller, batiéndole de disparo preciso. Quien no tuvo tanta suerte fue Martin Pluss quien vió como su tiro fue desviado por Brodeur.

Lo dicho: el hockey está en deuda con Suiza, pero sobre todo está en deuda con Jonas Hiller, un portero con mayúsculas. Los organizadores por su parte, bien harían en reflexionar con lo sucedido hoy sobre el hielo del Canada Hockey Place de Vancouver. A estos niveles, cualquier equipo te puede complicar la vida y Suiza ha estado a punto de dar un campanazo que hubiera desactivado todas las alarmas del hockey canadiense, por mucho que quieran agarrarse a los 47 por 23 disparos a portería de los canadienses. El domingo, EEUU-Canadá con el campeonato del grupo en juego.