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Olimpismo | La vida de los medallistas españoles

Craviotto y Perucho, dos policías de oro para Gijón

Saúl Craviotto y Carlos 'Perucho' Pérez Rial fueron, junto a Rafa Nadal, Samuel Sánchez, Joan Llaneras y los regatistas Antón Paz y Fernando Echávarri los medallistas de oro de España en los Juegos de Pekín. Pero ellos son algo más: dos policías que patean Gijón pensando en Londres 2012.

<b>POR LA PLAYA DE SAN LORENZO. </b>Carlos Pérez Rial, 'Perucho', y Saúl Craviotto (dcha.), durante una de sus jornadas de trabajo.

Operación en Gijón contra el tráfico de drogas. Unos policías petan un bar y colocan a los sospechosos cara a la pared para cachearles. "De repente, uno de ellos se da la vuelta y me dice: '¿Tú no eres uno de los que ganaron medalla en Pekín?'. ¡Fue algo cómico; nos dio la risa!". El protagonista de la anécdota es Carlos Pérez Rial (Aldán, Pontevedra, 30 años), más conocido por Perucho, uno de sus compañeros de acción es Saúl Craviotto (Lleida, 24). Los dos, campeones olímpicos un 23 de agosto de 2008 en Pekín sobre un kayak y compañeros ahora en un zeta de la Policía Nacional por las calles de la ciudad asturiana, a la que han llegado con una comisión de servicio desde Sevilla y Reus para entrenarse en el cercano embalse de Trasona con Miguel García, el asturiano que les dirige.

"Somos como un matrimonio, trabajamos juntos, comemos codo con codo y compartimos el K-2. Menos mal que ahora la Federación nos ayuda a costearnos el alquiler de dos pisos y podemos vivir con nuestras parejas. Yo llevo desde los 15 años entre hoteles y concentraciones", relata Craviotto.

"No se nos caen los anillos por hacer esto. Estamos destinados en la UPR (Unidad de Prevención y Reacción), que es la que se encarga de controlar las manifestaciones y protestas, que en Asturias pueden resultar duras con los astilleros y la minería, y cuando no somos necesarios en este tipo de servicios, patrullamos con cierta libertad por Gijón. Sobre todo en zonas de mayor riesgo de trapicheo o tráfico de drogas".

Otro medallista olímpico como Rafa Nadal no podría dar un paso por la calle. Menos aún se le podría ver trabajando, pero ellos pasan inadvertidos. "Salvo en esa ocasión del bar, nadie nos reconoce. Incluso, estamos en algunos partidos del Sporting entre los banquillos y nadie sabe quiénes somos. No nos asocian con el uniforme. Tampoco los jugadores... A ver si nos toca ir el día del Madrid. ¡Sería la leche!", lanza Craviotto, al que le han marcado episodios como "el de un chico que se quería suicidar".

Hacen turnos de mañana o tarde y, cuando se acercan las competiciones, se les libera de servicio. Cobrarán, cada uno, 60.000 euros anuales del Plan ADO hasta Londres 2012 por ser oro olímpico. Pero en su ánimo está "asegurar nuestro futuro. Una medalla da dinero, pero cuando nos retiremos tendremos que vivir de algo y ya éramos policías antes que campeones".