Kemboi se coronó rey de Kenia con un gran show

En la prueba de 3.000 metros obstáculos, Kenia ha conseguido ocho títulos en diez mundiales. El último llegó ayer en Berlín con Ezekiel Kemboi, un desenfadado atleta de 27 años, que consciente de la importancia del título para su país se dejó el resto para ganar (8:00.43). Tanto que al llegar a meta se quitó la camiseta y cayó al tartán desfallecido.

Pero Kemboi no se podía quedar en el suelo porque para Kenia, y los kenianos, ganar la final de 3.000 obstáculos es una fiesta. Había que celebrarlo. Así se lo hicieron saber a Ezekiel sus compañeros Richard Maatelong (plata) y Paul Kipsiele Koech (cuarto) que lo levantaron del suelo y lo envolvieron en la bandera de su país. Kemboi, el flamante campeón, respondió a sus compañeros con un gracioso baile y una vuelta de honor con saltos de vallas (justo después era el 400).

Fue una fiesta conocida para Kemboi, que ya saboreó el éxito cuando ganó los Juegos de Atenas y que en Mundiales siempre había sido segundo (fue plata en los tres últimos). Este miembro de la tribu kalenji cumple con el prototipo de atleta keniano que invierte en tierras sus ganancias. Allí en Kenia, en un lugar llamado Moi?s Bridge, tiene una granja de 20 hectáreas donde vive junto a su mujer y Kiprono, su hijo. Ezekiel volverá a Kenia como un héroe y comprará más tierras. Seguro.

En medio de esta gran fiesta había un español, Eliseo Martín, que otrora peleara con los kenianos por las medallas, y que se quedó muy cerca de conseguir una plaza de finalista. Fue noveno con 8:16.51 (marca de la temporada) y dando, una vez más, muestras de su inteligencia. El finlandés Keskisalo y él eran los dos únicos atletas de origen europeo, y aún así, en esta carrera también cayó el récord continental a manos del francés argelino Tahri (8:01.18), bronce.

Esta festiva final tuvo también una nota triste: un positivo. Horas antes de la carrera se dio a conocer que en la sangre del marroquí Chatbi había clembuterol. No salió y quitó el puesto a José Luis Blanco (el primero en quedarse fuera). Pero eso es triste y ayer fue un día alegre. Sobre todo para los kenianos y para Kemboi.