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La eterna Marta Domínguez salió al rescate de España
Desde que en 1993 logró en San Sebastián el título europeo júnior de 1.500 metros, Marta ha exhibido una rara capacidad para estar siempre a punto en el momento preciso de la cita principal del año. Si alguna vez ha llegado un poco baja de forma, sencillamente ha renunciado a la selección.
Exactamente un año después de que el 17 de agosto del 2008 en Pekín tropezara con el penúltimo obstáculo y se fuera al suelo en plena final olímpica, Marta Domínguez ha salido hoy al rescate de un cariacontecido equipo español para aliviar sus males con la medalla de oro en 3.000 m. obstáculos, adornada con nuevo récord de España y mejor marca mundial del año (9:07.32).
"Esta caída me va a hacer más fuerte para seguir", aseguró la palentina en Pekín tras su doloroso batacazo. Si su calidad de atleta es patente, nadie en su sano juicio puede poner en duda su garra y su capacidad de lucha, acreditada en las pistas de medio mundo a lo largo de 16 años de coleccionar medallas.
Desde que en 1993 logró en San Sebastián el título europeo júnior de 1.500 metros, Marta ha exhibido una rara capacidad para estar siempre a punto en el momento preciso de la cita principal del año. Si alguna vez ha llegado un poco baja de forma, sencillamente ha renunciado a la selección.
Los Juegos Olímpicos es la única competición en la que las medallas aún se le resisten. Su única final, en tres ediciones, fue la de obstáculos en Pekín (en Atlanta'96 cayó en series de 1.500 y Sydney 2000 en las de 5.000), pero aún no descarta llegar hasta Londres 2012, cuando tenga 35 años, tal vez en el maratón.
Los Mundiales, por el contrario, se le han dado bien. Los de Berlín son los sextos para la palentina, que ha ganado dos medallas de plata en 5.000 (Edmonto 2001 y París 2003) y ha estado en otras dos finales (novena en Sevilla''99 y decimocuarta en Helsinki 2005, ambas en 5.000).
Éxito en distintas especialidades
A lo largo de su dilatada carrera Marta Domínguez ha ido encontrando motivación en el cambio de distancia y de especialidad, compitiendo con éxito en distancias comprendidas entre los 1.500 y el medio maratón. Su paso a los 3.000 m. obstáculos parecía una apuesta dudosa, pero ya en Pekín, con apenas un año de entrenamiento, demostró que podía estar arriba con las mejores.
Después de ganar en París 2003 su segunda plata en unos Mundiales, tuvo un breve bache en su carrera entre los años 2004, en que no compitió en los Juegos de Atenas por lesión, y 2005, en que sólo fue decimocuarta en los Mundiales de Helsinki, pero un año después regresó en los Europeos de Gotemburgo con su segundo título consecutivo en 5.000.
Marta Domínguez pertenece a la estirpe de los atletas que no se arrugan ante nadie en los grandes momento, y junto a su coraje demuestra una impecable precisión para alcanzar su pico de forma a la hora H del día D.
Ha contado que en los Juegos de Sydney 2000, donde una gripe le impidió clasificarse para la final olímpica, vio "lo dura que puede ser la vida de un deportista" y eso le ayudó a madurar. Llegaba en el mejor momento de su vida, pero un virus contraído en Singapur, escala hacia Sydney, dio al traste con todo el trabajo que había realizado a lo largo de cuatro años y especialmente en el último. Domínguez es el último producto de la escuela palentina que ha dado atletas como Mariano Haro, Santiago de la Parte, Isaac Viciosa, Ana Isabel Alonso, los hermanos Cándido y Javier Alario, Angelines Rodríguez y Dolores Rizo, entre otros.
Aficionada al fútbol, se dio a conocer en el atletismo al proclamarse campeona de Europa júnior de 1.500 en San Sebastián''93 y un año después logró la medalla de plata en los Mundiales júnior de Lisboa. En aquella carrera de Lisboa empezó a lucir en la cabeza la ahora famosa cinta que le había regalado poco antes su abuela y con la que, convertida en su amuleto, compite desde entonces.