Yo digo | Carlos Miranda
La máquina precisa y resistente
David Cal es una máquina casi perfecta y silenciosa. Lleva cuatro años refugiándose en su carácter poco mediático (cada menos) para llegar a Pekín con la intención de convertirse en el mejor olímpico español de la historia. Y como si nada. El desafío es grandioso y le convertiría en una celebridad en casi cualquier país, pero su perfil bajo y la fijación de este país por los deportes de masas hizo que asombrase a toda España con su demostración en las series. Ahora el gran público empieza a entender la verdadera dimensión de su proeza.
Mucho se ha indagado sobre las condiciones físicas de Phelps o Bolt, pero merece la pena echar un vistazo a la máquina de Cangas. Cuando se ve competir a David asombra su potencia, pero en realidad ésa no es la cualidad que le hace grande. Dice Suso Morlán, su técnico, sombra y casi guía espiritual, que lo que parece potencia es agresividad y técnica depurada de paleo, y que lo que le ha llevado a lo más alto es su resistencia a la velocidad. Es decir, su esfuerzo se asemeja más al de un corredor de 800 o 1.500 metros, que a un esprinter. Sus únicos enemigos: el viento y una carrera lenta.