Paquillo comenzó en el grupo de cabeza, vuelta tras vuelta. Firme, seguro. Pero acabó séptimo, lejos de la medalla que se esperaba. Cuando empiezan las escaramuzas, van en fila de a dos. Al lado de Paquillo, el italiano Brugnetti. También el australiano Tallent, el ruso Borchin, Jefferson Pérez... Paquillo aguantó hasta el kilómetro 15 sin saber que, cuando la locomotora rusa, Borchin, y Jefferson, que se le pega como un mosquito, arranquen, él no va a saber responder. Fue un bloqueo, sin más.

Entre el Nido y el Cubo, la recta se hacía interminable y Borchin, gigante de oro, ya no estaba a la vista. Paquillo sólo quería acabar, séptimo o como fuese, poner la mejor sonrisa posible en la zona mixta, sentirlo por la afición que lo quiere porque lo merece.

"Jefferson ha roto el ritmo. Intenté seguirle, pero no pude. Me quedé clavado. Entre los favoritos, ha tocado que cayera yo. Es decepcionante, sin duda, pero no catastrófico. Yo también pensaba en la medalla. Estoy triste, pero me consuela saber que ya tengo una medalla en los Juegos, la de Atenas", comentaba Paquillo tras la prueba.

Pero no se derrumbó, Paquillo es de una pieza y, aunque esta vez no haya ganado, para Guadix, para Granada y para España es el primero. Siempre.