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Pekín 2008 | Ceremonia de inauguración

Li Ning voló sobre 'El Nido' de Pekín

204 países desfilaron en la Ceremonia de Inauguración

Li Ning, recorriendo el tejado del estadio

Cuando Yao Ming entró en el estadio portando la bandera de la República Popular China, Pekín tembló. Y con ella el mundo. El pívot de los Rockets representaba en ese momento a 1.300 millones de chinos, una quinta parte de los habitantes del planeta. Es fácil decirlo, pero inabarcable el pensar en todos los que estaban frente al televisor en este país que brindó al mundo una Ceremonia de Apertura impactante en lo tecnológico, tremendamente bella en lo artístico. Futuro y pasado enmadejados en el Nido. Desde el son de los tambores fou a las zancadas de Li Ning (triple medallista en gimnasia en Los Ángeles 84) por el tejado del estadio. El fuego ilumina Pekín.

Al final fueron 204, y no 205, los países que desfilaron, pues Brunei-Darussalam fue excluida de los Juegos a última hora por no haber registrado ni un solo atleta. Así es difícil ganar medalla. Todos los demás pudieron disfrutar del espectáculo creado por la mano lírica de Zhang Yimou. Su bienvenida fue impactante. Un total de 2008 tambores fou sonando al unísono, con fogonazos de luz a cada redoble, y el estadio convertido en la mayor discoteca del planeta. La cuenta atrás, los fuegos artificiales y la llegada de la bandera china dieron paso al cuerpo central de la ceremonia, ése que Yimou adelantaba el miércoles que resultaría "tremendamente emotivo". Lo fue. Porque emotivo es ver cómo unos bailarines se transforman en pinceles y dibujan en tinta (china) un enorme papiro. De la dinastía Sui (581 al 618 a.c.) hasta este 2008, desde la armonía que proclamaba Confucio al lema de estos Juegos: "Un mundo, un sueño".

La ceremonia rescató la historia desde los imaginarios barcos de la Ruta de la Seda y nos guió hasta la paz del taichi: la combinación de lo dinámico y lo estático. El himno oficial, la melodía You and Me, sirvió de introducción a la entrada de los atletas. Abrió Grecia y cerró el país anfitrión. Cálido recibimiento para España, cuyos colores, rojo y amarillo, harán de gancho durante estos Juegos. Después de discursos varios, del izado de la bandera olímpica y la llegada de la antorcha, la ceremonia acabó. Tres horas y media después. Más de 90.000 personas la presenciaron en directo. Todo salió redondo. No llovió y la mano firme de Zhang Yimou dirigió un espectáculo que emocionó.