Javi Castillejo cumple 40 años y 20 de profesional

Hace veinte años que tenía veinte años". Así, parafraseando a Joan Manuel Serrat, vive Francisco Javier Castillejo el año 2008, boxeando aún y con el ojo -de lince, en su caso- puesto en nuevas presas como el Europeo y el Mundial del peso medio. A punto de cumplir los cuarenta (Madrid, 22-3-1968). Con las mismas ganas que cuando el 22 de julio de 1988 debutaba como profesional en una pelea que le obliga a echar la vista atrás. "Parece mentira que hayan pasado ya veinte años. Fue contra Ángel Díez, a quien también me enfrenté en mi segundo combate profesional", recuerda Javi. Estamos en su chalet de Parla, con sus hijos, Saray (11 años) y Javi Jr (6), ya en el colegio, y su esposa, Marta, que acaba de llegar en el todoterreno. Realidad de gran familia que hace veinte años sólo era un sueño. "Gracias al boxeo conocí a mi mujer, países, buena gente... El boxeo me ha dado salud, no puedo más que estarle agradecido", reconoce Castillejo, con un palmarés de 62 (42 KO)-7 que quiere seguir alimentando.

Por delante, el Europeo (12 de abril, contra el alemán Sebastian Sylvester) y el Mundial del peso medio, en el que es aspirante oficial al título de Sturm. Por detrás, una carrera que nació en ese combate con Ángel Díez, a quien le pusimos al teléfono. "¿Cómo estás? Me alegro mucho. El orgullo es mío por hablar contigo después de veinte años (...) ¿Tienes hijos? ¡Ah, sigues soltero! Yo me casé (...) Ha sido una gran alegría hablar contigo. Hay que ser campeones en la vida y tú lo eres". Y Javi cuelga.

Aquel 22 de julio de 1988, en el estadio Román Valero de Madrid, arrancó su carrera profesional. "Gané 60.000 pesetas y con ellas le compré a mi madre el primer vídeo", cuenta orgulloso mientras Lucía, un West Highland White Terrier, sube y baja del sofá. "Abajo", le dice, y Lucía baja. Javi hizo sus primeras cuatro peleas en Madrid y su primera salida fue a Irún, con Santiago Vásquez como rival: "Él peleaba en casa. Camino del ring la gente me iba insultando. Y ya arriba, me dice José María Tristán, mi entrenador de amateur: 'Es por las medias, Javi'. Eran unas con la bandera española, las que llevaba siempre. Ni me había dado cuenta". Tras siete victorias llegó la primera derrota. En Benidorm: "Fue contra un primer serie británico zurdo (Delroy Bryan). Le tiré en varias ocasiones, pero me dieron por perdedor". El 19 de octubre de 1990 logró su primer título, el Campeonato de España welter. Alfonso Redondo fue el rival: "Era un Real Madrid-Atleti, un Leganés-Parla. Alfonso pegaba fuerte y era más experto que yo, pero gané". Un millón de pesetas se llevó.

Castillejo mantiene fresca la memoria, se acuerda de cada combate, de cada rival, de pegadores "terribles" como Julio César Vásquez, a quien no pudo arrebatar el título mundial superwelter AMB, o de triunfos inapelables como su primer Europeo: "A Bernard Razzano le gané en Dijon, en su casa. Le rompí la nariz y el pómulo".

Marta, ni mira.

Cuando lo recuerda, Marta, su mujer, tuerce el gesto. Ella prefiere no ver las peleas: o cierra los ojos o se refugia en el vestuario y reza, como hizo en el combate contra Óscar de la Hoya en Las Vegas (23-6-2001). "Pido por los dos boxeadores, por su salud, porque la pelea acabe bien", dice Marta, que conoció a Javi cuando éste se entrenaba en El Espinar. ¡Hace ya...!

Ella también sufre las derrotas, como ante Boudouani (3-1-1995, perdió el Europeo) o Mariano Carrera, aunque ésta desapareciera luego en el charco del dopaje ("Prefiero no recordar aquello, porque fue un golpe bajo al boxeo", dice Javi). Pero también vive, casi como si estuviera sobre el ring, las victorias. Algunas con resbalones premonitorios. "Antes del Mundial con Mullings, al llegar a La Cubierta y bajar del coche, pisé una... Me llevaban los demonios, pero Marta me dijo: 'Tranquilo, que eso da suerte". Ganó. Fue su primer Mundial superwelter (defendido con éxito siete veces). Luego llegó el Mundial del peso medio (ante Felix Sturm). Ahora es de nuevo aspirante oficial a ese título. Lo hará con los cuarenta ya cumplidos. Porque hace veinte años que tenía veinte años. Como cantaba Serrat.