Polideportivo | Rugby
Los notables del rugby se citan en el Millenium
Gales opta al Grand Slam. Francia, al título si gana por más de 20
Decantarse en rugby por Gales o Francia equivale a elegir entre Sofía Loren o Mónica Belucci (Jude Law o George Clooney para ellas). Siendo bellezas diferentes, ambas resultan arrebatadoras. No es sólo lo que uno ve, es, sobre todo, lo que uno sospecha. Por eso es una gran noticia que el VI Naciones se dirima entre ambos, notables del rugby, Estados Vaticanos del catecismo oval. Más que defender un estilo, predican una fe.
A finales de los 50 Francia rompe a jugar a la mano convirtiendo el césped en terciopelo. El Profesor Mias, monsieur Lucian, aplicó los dictados darwinistas ordenando a su primera línea (Roques-Vigier-Quaglio) erguirse para evitar el contacto rival. Luego Jean Prat perfeccionó un estilo no por estético menos pragmático. Los éxitos obligaron a crear un término para definir el zen sobre el que gravita la grandeur rugbística. Lo bautizaron Flair. Sin significado, sólo flair. Una palabra inofensiva para el diccionario. Como el jogo bonito brasileño o el currismo trianero. Como Sofía...
Ni Copperfield.
No lejos de allí un sabio galés extrajo de los escarpados valles de sus mineras tierras la esencia rugbística de su pueblo. El tipo era Carwyn James y el resultado, la mejor selección de la historia, la Gales de los 70: John, Edwards, Davies, JPR, JJ, Bennet... Houdini y Copperfield habrían sido suplentes en un equipo al que James bendecía con una festiva arenga: "Salgan ahí y muestren al mundo lo que nosotros ya conocemos". Jamás nadie exhibió un rugby tan exuberante. Eran crooners que escondían el smoking bajo la zamarra. Mezcla de genialidad y divertimento, su escuela quedó definida por el término galés hwyl. Un palabra inofensiva para el diccionario. Como Mónica...
Si los 60 fueron galos y los 70 galeses, en los 80 Sella y Blanco portaron el cetro. 30 años de beluga y champagne aplastados en los 90 por el pick and go inglés. "Los riñones pisotearon la bella inconsistencia", advirtió L'Équipe poéticamente. Fueron años tenebrosos, de rugby prosaico. Gales, rebautizada como Los pollos sin cabeza por un diario inglés, perdió el oremus. Y Francia se cambió de acera: prefirió la testosterona a la bilirrubina. Pero Gatland y Lievremont les han devuelto el kharma. El primero ha ordenado el caos priorizando el coraje de su delantera, la magia de Shane Willians y el talento de Hook. El galo ha recuperado el porte altivo de su rugby.
Hoy en el Millenium se escenificará una oda al rugby. Francia está obligada a jugar al galope y vencer por más de 20 puntos para celebrar algo más que el regreso del champagne a sus bodegas. Pero Gales acaricia el Grand Slam. Gane quien gane, vencerá el rugby. Tras un Mundial gobernado por los orcos, en el VI Naciones saldrán victorioso hobbits y elfos. El rugby retorna a su punto G. Regresa la primavera. Y con ella, Sofía Loren. O Mónica Belucci. O quizás ambas.