Nadal-Federer: el empate se deshace en Shanghai

En su relación no se respira el azufre que presidió el matrimonio Fernando Alonso-Lewis Hamilton. Ni las batallas dialécticas de los McEnroe-Borg instigadas por el norteamericano. Ni las afiladas aristas ideológicas que hacían más duros los Karpov-Kasparov. Ni la batalla de caracteres entre Coe y Ovett. La relación entre Roger Federer y Rafa Nadal, uno de esos grandes duelos del deporte que dentro de unos años rememoraremos, es un ejemplo de convivencia, de admiración mutua. Fuera de la cancha, dos gentleman que con la mano enguantada intercambian parabienes. Pero dentro, cambian el hilo fino por la cota de malla para construir duelos enormes. En su cara a cara particular, Nadal (21 años) domina por 8-5 a Roger Federer (26). Pero este año la contienda está igualada. El número uno ganó en Hamburgo y la final de Wimbledon. El español, en Montecarlo y Roland Garros. La batalla se traslada a Asia (12:30, TVE1), donde se va a deshacer el empate de este año en las semifinales del Masters de Shanghai.

"Espero que no tenga su mejor día, porque en esta pista es muy difícil vencerle", lanza flores Nadal, que en dura también mantiene un empate (2-2) con el suizo. "No pude ganarle aquí en las semifinales del año pasado porque en esta superficie es superior, hay que aceptarlo y saber que si juega a su máximo nivel es casi imposible. Aunque también tengo que intentar que no lo haga...", reflexionó el mallorquín, que ha ido mejorando según pasaban los partidos en China. "Rafa tiene siempre la tendencia a poner la presión sobre el rival, pero no creo que lo haga intencionadamente. Le respeto mucho y sí, estoy en lo más alto de mi nivel en pista cubierta y soy el favorito para el partido". Respuesta educada de Federer en espera de las hostilidades.

Por el otro lado, el mejor restador del circuito, David Ferrer, se pondrá frente al cañón de Roddick. Si consigue neutralizar su saque, estará en la final. "Ferrer parece que va sobre ruedas, porque puede correr alrededor de la pista sin parar", advierte el de Nebraska. Hoy correrá más que nunca, porque su sueño está a un partido. O a dos.