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Ciclismo | Tour de Francia 2008

Contador es feliz: un Tour con cuatro metas en alto

El recorrido de la próxima edición le viene como anillo al dedo

Nada más terminar la presentación del Tour 2008, todos los focos, cámaras y micrófonos se volvieron hacia Alberto Contador, el último ganador del Tour, sentado en la primera fila, con Óscar Pereiro a su izquierda y Cadel Evans a su derecha. El joven de Pinto, 24 años, parecía tener un imán tan poderoso para la Prensa como en su día gozaron Indurain y Armstrong en este acto. Alberto sólo ha ganado un Tour, pero después de ver la propuesta del recorrido para la próxima edición, todo el mundo parecía sacar como conclusión que lo va a ganar otra vez. Ya es desde ayer, el primer favorito para el triunfo.

En un Tour siempre pasan muchas cosas y pocas buenas, pero si la salud le responde y la suerte no le falla, Contador tiene grandes posibilidades en un escenario que casi hubiera dibujado él mismo. Este Tour tiene cuatro llegadas en alto (Super Besse, Hautacam, Prato Nevoso y Alpe d'Huez) para el que es uno de los mejores escaladores mundiales, sino el mejor, además de otras dos etapas de alta montaña, una en Pirineos y otra en Alpes. Además, sólo tiene 82 kilómetros de contrarreloj, frente a los 117 del año pasado. La primera es de sólo 29 km, distancia que Contador maneja muy bien, y la segunda, de 52 km, llega en la penúltima etapa, momento en que las reservas físicas son más importantes que la especialización en esta disciplina.

Todos apuntaban hacia Alberto y él mismo, chico sincero, ni siquiera trataba de tirar balones fuera y escabullirse de la presión. "Me siento demasiado optimista", decía sobre un recorrido que promete tener un buen guión. A diferencia de otros años, o a imagen del Tour anterior, parece que hasta el final no se va a saber cómo acaba la película, porque la gran traca está concentrada en los Alpes: meta en el alto italiano de Prato Nevoso, día de descanso, viaje hasta Jausiers, con paso por dos puertos interminables (21,2 y 26,7 km) que superan de largo los dos mil metros, Lombarda (2.351 m) y Restefond (2.802 m), y después, el gran etapón: Galibier (20,9 km), Croix de Fer y meta en Alpe d'Huez (13,3 km), un maratón de 210 km. Tres días después llegará la contrarreloj final (53 km).

Antes, la primera crono, la subida a Super Besse, una etapa interesante (Peyresourde y Aspin) y otra selectiva (Tourmalet y Hautacam) en los Pirineos. Un Tour que no tendrá prólogo ni crono por equipos (más ventajas para los escaladores) y que, por primera vez en mucho tiempo tampoco habrá bonificaciones, ni en meta ni en los sprints intermedios, pero seguirá siendo una carrera nerviosa y con peligro de caídas hasta que llegue la subida a Super Besse, el sexto día, en el Macizo Central.

Se esperaba la respuesta del Tour a la imposición de la UCI de aceptar en su carrera a los 18 equipos ProTour. Patrice Clerc, presidente de ASO, fue escueto, pero claro: "Nadie nos va a imponer la selección de equipos en nuestra ronda". Por su parte, Christian Prudhomme, director de la carrera, dijo que "el Tour es un monumento del ciclismo y un patrimonio del pueblo francés. Yo amo el Tour. Que nadie me toque el Tour". La UCI tendrá que mover ahora ficha, mantenerse en su posición de poder absoluto, que probablemente llevaría a una guerra de impredecibles consecuencias, o pactar una salida.

Pasaporte.

Clerc también fue claro en su posición sobre el pasaporte biológico: "Todos los que quieran participar en el Tour deberán presentarlo". El Tour está empeñado en la lucha antidopaje. "No queremos vivir más expulsiones de tramposos en nuestra carrera". Y aunque reconocen que es un "momento difícil, con situaciones frustrantes", presumen de tener buena salud: "En los momentos complicados es cuando se notan los amigos y nosotros gozamos del apoyo del público, las ciudades y los patrocinadores".