"Este pueblo canta y el himno debe tener letra"

Polideportivo | Foro Ferrandiz- As

"Este pueblo canta y el himno debe tener letra"

"Este pueblo canta y el himno debe tener letra"

Felipe Sevillano

Alejandro Blanco explicó su propuesta en el Foro Ferrándiz-AS

Alejandro Blanco (Ourense, 1951) es gallego pero no lo parece. Ante el dicho aquel de que no se sabe si suben o bajan, con el presidente del Comité Olímpico Español no hay duda: él sube. Sabe lo que hay al final de la escalera. Con la facilidad, precisión y contundencia de verbo de alguien que hizo currículum (Ciencias Físicas y judo) en Valladolid y la retranca que exigen los vericuetos de Madrid, donde ejerce de pope del deporte, Blanco argumentó con razones de peso por qué al himno de España le hace falta una letra. Casi nada.

Lo hizo ayer en el Foro Ferrándiz-AS, en el mismo lugar donde alentó a Madrid a no abandonar la carrera olímpica (recomendación escuchada y atendida, por cierto). Allí nos animó a todos a imaginarnos cómo se siente en el podio un deportista que acaba de colgarse una medalla de oro y no puede abrir la boca: "Una vez alcanzado el triunfo, tras abrazos, lágrimas y apretones de manos, el deportista camina hacia el podio y comienza a interiorizar lo que ha hecho. Se siente protagonista de un proyecto común, orgulloso de representar a un país. El momento del himno es mágico, el de mayor unión. Quiere expresar lo que siente, desea gritar, pero le falta una letra. Una letra que le una con los suyos, con sus raíces, con su país". Una letra que cualquier deportista de cualquier país europeo puede entonar y romperse la garganta con ella. Bueno, de casi todos: en Europa, sólo España, San Marino y Bosnia no tienen letra en su himno.

"Este pueblo canta y por eso el himno debe tener letra. Si la gente se anima con el chunda-chunda y el la-la-la, es el momento de plantear que haya una letra". Mientras unos entonan La Marsellesa y otros el God save the Queen sí que queda un poco raro arrancarse por libre con la Marcha Real o permanecer impasible con gesto de cordero a punto de ser degollado, sí. Es la sensación que sobrevoló la sala cuando se proyectó el vídeo de Juanjo Vispe en el que se alternaban los himnos de las selecciones de rugby que acaban de terminar el Mundial (lágrimas del argentino Agustín Pichot, emoción de los portugueses a grito pelado) con la seriedad de Raúl oteando el cielo o la mirada perdida de Cañizares. "Es una necesidad histórica que venimos añorando. Una sana envidia y la tristeza nos invaden cuando oímos a otros o se produce un silencio ridículo mientras sólo se escucha la música", reflexionó Pedro Ferrándiz, que se ha visto en estas muchas veces, para apoyar la disertación.

Cansado de ver esta imagen una y otra vez, Blanco se ha lanzado a la aventura (él está convencido de que no es al filo de lo imposible) de poner de acuerdo a un país con partidos nacionalistas, diecisiete comunidades autónomas y varias lenguas oficiales en territorios dispares alrededor de unas estrofas que deben ponernos la piel de gallina.

Desde el COE. Lanzó la propuesta en junio. ¿Por qué desde el COE? "El Comité Olímpico Español es una institución apolítica. La más adecuada para emprender una iniciativa legislativa, porque el deporte debe ser un elemento integrador de la sociedad. Toquemos lo que toquemos, tiene trascendencia. Miren los diez millones de personas que siguieron a Alonso, el Masters de tenis que se vio en 150 países, el Mundial de fútbol. En 2006, el espectáculo más visto en televisión fue deporte; el segundo, deporte y el tercero, deporte. Los deportistas son ídolos, dinamizadores de la sociedad y ejemplo para los más jóvenes".

Si la propuesta hubiera salido de cualquier otro ámbito social, podría haber reparos, pero ha surgido desde el mundo del deporte. Ahí está la clave, en el poder aglutinador de la mayor actividad de masas del siglo XX y XXI. "La letra del himno puede ser un nexo de integración y respeto", aventura Blanco. Respeto. Palabra solemne que el presidente repite, repite y no se cansa de repetir. "Si fuésemos capaces de entender el primer valor del deporte, el respeto, todo sería más sencillo", les dice a los chavales del colegio San Estanislao de Kostka, a los que el tema les suena solemne y escuchan sin prejuicios. "Quiero que en el Congreso reciban la propuesta con respeto, la debatan y decidan. El deporte puede hacer mucho por este país, por la sociedad del presente y el futuro". ¿Y por qué hacer la propuesta ahora? "¿Y por qué no? -responde contundente Blanco, que se transmuta en severo maestro de judo a punto de cantar un Ippon-. Si la idea es buena, y debe serlo porque ya hemos recibido más de 7.000 propuestas, a una media de cincuenta por día, cualquier momento es ideal. Antes llegó a tener letra oficiosa. Ahora, en el siglo XXI, la elegida debe ser neutral y de consenso, estar por encima de los partidos y reflejar la actualidad sin dirigirla". Las versiones a las que se refiere el dirigente son la de Eduardo Marquina en la época de Alfonso XIII y otra que se enseñó en los colegios en época franquista escrita por José María Pemán.

"Tres son los símbolos del Estado: el escudo tiene diseño, la bandera forma y colores y el himno sólo tiene música", apunta Blanco para que todos tomemos conciencia de lo que se pretende conseguir. Para hacerlo hay que adentrarse en terrenos pantanosos. Arenas movedizas. En círculos políticos donde a base de tanto discutir uno puede salir mareado, con las estrofas descabalgadas y desafinando. Todo esto no podría salir adelante si el Congreso no vota a favor.

Apolítico. El camino, trazado para evitar suspicacias y evitar injerencias políticas, es el que sigue. "Teníamos claro que el proceso no debía ser controlado por el COE ni por los políticos, así que acudimos al asesoramiento técnico y jurídico de la Sociedad General de Autores. Ellos nos recomendaron que el proceso lo pilotara el Instituto Complutense de Ciencias Musicales. Su presidente, Emilio Casares, elegirá al jurado de expertos que estudiará las letras. El 26 de octubre se cierra el proceso de recepción de originales, el 29 se entregarán al Instituto y el 5 de noviembre se reunirán para establecer el plan de trabajo. El 19 de diciembre queremos presentar la letra en la gala del COE", enumera el promotor de esta iniciativa. Alguien, para quitar hierro (o no) propone, quizá, algo mejor. Es Ignacio García Vinuesa, alcalde de Alcobendas: "Propongo que el estreno se lleve a cabo en un pleno conjunto de Congreso y Senado, con todos cantando el himno. ¡Eso sería definitivo!". Pónganse en situación: José Luis Rodríguez Zapatero y sus huestes socialistas y Mariano Rajoy con las populares entregados a la causa. "Yo haría los coros", se ofrece enseguida Blanco.

Pero aquí entra Juan Manuel Gozalo, siempre dispuesto a repartir estopa: "Precioso, buenísimo. Cierro los ojos y veo cantar a Ibarretxe, a Llamazares y a Carod-Rovira. ¡Y me pongo como una moto!". Bocado de realidad del que el protagonista sale galleando para quitarse con garbo el morlaco de encima. "No sueño con eso. En el Congreso se aprueban muchas leyes y no hay unanimidad en todo. Aquí, si sacáramos ahora el debate no ya sobre el color, sino sobre el pantone del rojo de la bandera, podríamos estar discutiéndolo 700 años, es verdad. Pero vamos a llevar la propuesta con unas firmas detrás. Si el Congreso lo aprueba, tendremos algo que cantar. El que quiera y el que no. Ahora, nadie puede hacerlo. Hay, pues, una desigualdad. Cuando tengamos la letra, existirá la posibilidad de elegir. ¡Ah! Y si se la enseñamos bien, igual los políticos la cantan un ratito". Inasequible al desaliento este señor.

Entra al debate también Pipi Estrada ("campeón de todo", le califica Blanco con gracia), que le recuerda que su propuesta tiene tintes de utopía. "No, es realidad y deseo de mucha gente. Si hubiera sacado la propuesta a la calle y hubieran llegado 12 letras, estaría equivocado. Pero si se reciben 7.000 y a todos los deportistas les parece bien, no nos hemos equivocado".

En la sociedad parece haber calado la idea, pero para que sea efectiva debe materializarse en la legislación. "Una vez que tengamos la letra elegida, pondremos en marcha una iniciativa legislativa popular. Una Comisión Promotora hará la propuesta a la Mesa del Congreso, que la examinará. A partir de ahí habrá que recoger 500.000 firmas que deben ser autentificadas. Luego, el Congreso determinará si el himno debe tener letra". Un proceso que ya se escapa del COE.

En la sala está presente Frédéric Hermel, el francés más español que anda por Madrid, corresponsal de L'Équipe. "Aunque me siento más francés que Napoleón y Víctor Hugo cuando escucho La Marsellesa, la letra es atroz. ¿Cómo se pueden escribir palabras que hagan saltar el corazón sin rebasar lo políticamente correcto?". Claro, no habría que caer en las florecillas del campo, los arroyos cristalinos y el toro bravo. "Mucho más difícil es ser campeón olímpico y sacar leyes comprometidas y se ha conseguido. Sólo hace falta voluntad, porque hay muchas más cosas que nos unen de las que nos separan", apunta Blanco, acostumbrado a patear toda la geografía nacional durante los 20 años que estuvo al frente de la Federación de Judo.

Iñaki Cano, periodista metido a compositor (confesó haber ideado un himno en la Eurocopa, pero no se atrevió a cantarlo), puso sobre la mesa la palabra 'miedo'. Temor a los políticos, a los nacionalistas. "Sí que existe peligro -reconoció el presidente del COE-. Pero aquí hay comunidades históricas que tienen letra en su himno. Las ideas hay que defenderlas. Lo importante no es el éxito, sino luchar para conseguirlo".

Existe la posibilidad de que no salga adelante. De que la partitura quede sepultada por el polvo en algún despacho de la Carrera de San Jerónimo. En ese caso, el deporte no tirará por libre. "Creemos que se va aprobar, pero si no prospera en el Congreso, no nos planteamos hacer una letra sólo para las competiciones deportivas. Cada federación buscaría su versión y no podemos tener veinte diferentes", reconoció Blanco que dejó una coletilla vehemente y esperanzadora: "Somos muy pesados".

El debate crecía y algunos ya se veían entonando algo. Las propuestas volaban de lado a lado. Hasta la esquina de Carlos Toro, por ejemplo. El periodista y compositor recordó que el himno "es suprapolítico, apolítico. Sonará esté quien esté en el poder". Los representantes del pueblo (ese "que canta" según palabras de Blanco) aguzaban el oído. Buena señal.

Los alumnos del San Estanislao también pegaron un respingo. Ahora la cosa iba con ellos. "Hablar con el Ministerio de Educación y con las Comunidades que tengan transferidas las competencias sería un segundo paso. El sitio ideal para que la semilla crezca son los colegios. Pero primero hace falta la aprobación", dice Blanco mirando al futuro. Hermel, criado en Francia, da una idea: "¿Por qué no en la asignatura de Educación para la Ciudadanía?".

Parece mentira que una cuestión tan alejada del día a día como el himno pueda suscitar tal torrente de opiniones. ¿Y sugerencias? ¿Le han recomendado prudencia al presidente del COE desde alguna instancia superior? "Por una llamada no voy a parar. Si la pongo en la balanza, otras 100.000 a favor acabarán inclinándola. Todos los presidentes de federaciones me han dicho que adelante. He hablado con quien tenía que hacerlo. Y quiero decir que no lo he hecho con el Rey, pero la Casa Real es una bandera de nuestro deporte y en este momento mucho más". Así que prepárese. Cualquier día un señor llamado Alejandro Blanco puede llamar a su puerta. "¿Me firma?". "Sepa usted que el himno es nuestra tarjeta de presentación".

Perico y el "¡Que viva España!"

Al gran Perico Delgado le faltó algo en París, entonar el himno. "La letra no es importante, sino una manifestación de júbilo. No nos pueden privar de él. La primera vez nos parecerá malísimo. Cuando cantamos el ¡Que viva España! de Manolo Escobar fuera no te sientes ridículo y aquí sí. Aquí hay mucho miedo al ridículo que hay que quitarse".