Rugby: Mundial de Francia | Francia - Inglaterra
Wilko pone el champagne
Dirigirá a una Inglaterra afrancesada ante la envilecida Francia
Es posible que Bernard Laporte no repare en la relevancia involutiva que tuvo para el fútbol aquel trivote brasileño (Mazinho, Dunga y Mauro Silva) del 94. Probablemente le sean más familiares Bilba, Bonato, Dacoury, Ocansey, Forté y Ostrowski, compatriotas suyos y miembros del Limoges que ganó la Copa de Europa en el 93 con una media inferior a 60 puntos. Y si nadie lo remedia, su Francia está a punto de entroncar el rugby con esos ruines campeones coronados por su discurso deportivo ruin.
Hoy se miden a Inglaterra en una semifinal marcada por la paradoja. Los pájaros dispararán a las escopetas. Los británicos se sustentan en la fe del último Caballero de la Mesa Redonda, Jonny Wilkinson, Wilko, que pese a estar maltrecho ha obrado un cambio en sus compañeros con su sola presencia. Los de la Rosa acuden al compromiso con un línea de tres cuartos de retales. Pero esa línea amenaza con romper a jugar a la mano, como ante Australia, para evitar el devastador martillo pilón galo. Porque con Laporte los adversarios no mueren en la guillotina, perecen en el garrote vil. Es un martilleo salvaje que revienta las melés rivales y la suya propia, acumulando zombies en los banquillos. Y es entonces cuando surge el champagne francés, eso que ellos llaman pomposamente "la excepción cultural". Cosa que ocurre más allá de la hora de partido. Algo loable si no fuera porque Laporte atesora en su equipo virtudes suficientes para deslumbrar con la exuberancia de Jauzion, el talento de Michalak o la clase de Poitrenaud... Pero Laporte prefiere atacar con escudos y arietes en lugar de usar floretes. Y así britaniza su juego, obligando a los ingleses a afrancesar el suyo. Pero Jonny, hoy Rodrigo Wilkinson de Vivar, ha advertido que, pese al respeto a Francia, no conoce "ninguna razón para no pensar que Inglaterra estará en la final". Lo dice Jonny, un tipo que igual gana un partido de Champions que torea un perro en una plaza portátil. Sin ir más lejos, a Francia le dio cicuta hace cuatro años en la semifinal en Australia. Pero eran otros tiempos, Inglaterra tenía un martillo pilón y exhibía su pick and go exterminador.
Advertirán algunos que califico de ruin la táctica francesa y elogio el estilo de juego inglés de 2003 siendo el fondo similar. Sin embargo hay una diferencia: el respeto a la esencia, al way of life. Francia sobresalió jugando a la mano, mientras Inglaterra lo hizo con arrobas de sudor y su set-piece. Por tanto, Francia (esto me lo echarán en cara si gana el Mundial) ha involucionado hacia su perfil más primitivo, mientras los ingleses se verán obligados a mostrar su lado más glamouroso. El dilema: ¿potaje de foie francés o paté de chicharrones inglés?