Jonny asalta la colina de la hamburguesa

Esta previa se podía haber titulado 'Wilkinson y 14 más', pero vuelve Jason Robinson, con lo que el Roberto Alcázar del rugby inglés ya tiene a su Pedrín. De los otros trece (sobra uno para mandarlos al patíbulo), destaca el estómago de Sheridan, los riñones de Corry y lo que cae más abajo de Moody. No hay más. Sackey es una lotería, sus segundas una verbena y Gomarsall una garantía: nunca falla, siempre se equivoca. Y así deben asaltar la colina de la hamburguesa, ocupada por las fuerzas de élite de Australia, que llevan la palabra 'venganza' tatuada desde 2003.

Tierra, mar y aire.

Inglaterra bordaba el pick and go, que vendría a ser un acoso más mobbing. Sus delanteros cogían la pelota y no la soltaban hasta que los derribaban, pero aparecía otro y otro y otro... Pero no está la delantera inglesa ni para darle un sobre y pedirle que lo lleve a Correos. El éxito inglés pasa porque sus gordos sufran, aprieten los dientes y guarden la formación. Si no cometen errores, Wilkinson dispondrá de una bala. Australia puede atacar por tierra (con su delantera), mar (por las orillas con sus tres cuartos) o aire (con las patadas de Giteau, Mortlock y Latham). Y eso que les falta Larkham.

Jonny aspira a conquistar la colina de la hamburguesa con un chicle y una navaja suiza. Ni McGyver. Si lo logra, le colocarán entre Nelson y Churchill. Se me ocurre que podrían interpretar 'La Cabalgata de las walkirias' de Wagner en lugar del 'God save the Queen' para ambientar el apocalipsis que se avecina. ¿He dicho el inglés? Pensaba en el europeo.