Rugby | Semifinal del 99
Twickenham: el último sorbo de champagne
Fue la última gran exhibición del juego a la mano francés y también la última gran victoria de los galos sobre los inaccesibles All Blacks.
Twickenham, La Catedral, el feudo inglés, se puso en pie para ovacionar a los franceses tras la exhibición ofrecida ante los All Blacks (43-31) aquel 31 de octubre de 1999. 70.000 personas descorcharon, ahora sí lo podemos decir, la última botella del rugby de champagne. Fue algo breve, tan sólo 28 minutos, pero intenso. Y con un rival de excepción, Jonah Lomu. El partido comenzó tenso. Christophe Lamaison abrió el marcador con una patada que igualó un renqueante Andrew Merthens. Otro golpe situó por delante a los del sur, pero una gran maniobra de Dominici permitió a Lamaison posar el balón entre palos. Una jugada que despertó a la bestia, a Lomu.
El titán maorí anotó dos ensayos que permitieron a Nueva Zelanda irse arriba al descanso (17-10). En el minuto 45, el tanteador reflejaba un inquietante 24-10 en contra de los franceses, momento en el que Titou Lamaison envió a sus alas a la cal y comenzó a empujar al rival a su 22 con patadas profundas y venenosas. El zafarrancho se quedaba a las puertas del ensayo hasta que Titou sorteó a los centros neozelandeses con su patada. Dominici y Dourthe pescaron dos balones al espacio posando en el ingoal rival y devolvieron la ventaja en el marcador a Francia. Un ensayo final de Philip Bernat-Salles, tras una gran jugada a la mano francesa, sepultó a aquellos All Blacks, el mejor equipo de la historia. El ensayo postrero de Wilson no sirvió y Lamaison completó su actuación con un full house, anotando de todas las formas posibles: drop, golpe, conversión y ensayo.
Fueron 28 minutos de fantasía y magia en plena semifinal de un Mundial. Hoy la magia estará en el banquillo, mientras un ejército de Geypermans han tomado el campo. Aquella tarde Twickenham degustó el último sorbo de champagne francés.