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Ciclismo | Vuelta 2007

A Rosendo le tocó la bici en una tómbola

El farolillo rojo sufre para acabar su primera Vuelta

<b>MALTRECHO. </b>Rosendo tiene puntos en la barbilla por una caída.
jesús rubio

Pocos ciclistas se toman tan a pecho esta Vuelta a España como Jesús Rosendo (16-3-1982, Carmona, Sevilla). Es el farolillo rojo, a dos horas y 15 minutos de Menchov, pero el sevillano está empeñado en llegar a Madrid y lo va a conseguir, aunque hasta hace poco no lo tenía tan claro. Una caída a cerca de 80 km/h en el descenso de Cantó (10ª etapa) le produjo un corte en la barbilla (seis puntos), otro en el codo (otros seis) y contusiones diversas. "He sufrido mucho. Hubo momentos en los que pensé que no podría aguantar. Pero aquí sigo. Ya estoy mejor y ahora mi ilusión ya no es sólo llegar, sino poder meterme en una escapada".

Para Rosendo acabar la Vuelta no es sólo cuestión de orgullo, se juega su futuro. "A Rosendo le ofrecí renovar para el año que viene, pero si quedaba fuera de la Vuelta. Le dije que si se empeñaba en correrla y lo hacía mal, se podía quedar fuera del equipo", cuenta su director Antonio Cabello. "Preferí arriesgarme. Mi sueño era estar aquí", recuerda el sevillano. Y su esfuerzo ha sido premiado con la renovación.

Mercadona.

Rosendo llegó al ciclismo por un golpe del destino. "Me tocó una bicicleta de carreras en una tómbola. Era un hierro, no tenía ni marca. Tenía 13 años y un amigo que corría y me apunté con él en el CC Carmona". A partir de ahí, una trayectoria difícil. "Ahora que se ha creado el equipo Andalucía, los chavales de mi tierra lo tienen algo mejor, pero cuando empecé parecía un sueño llegar a profesional. En 2004 fui líder de la Copa de España Sub-23, gané carreras, etapas y nadie se fijó en mí".

Jesús se aburrió, había sacado un título de electricista y empezó a trabajar en el departamento de mantenimiento de Mercadona. "Estuve año y medio trabajando y participaba en alguna carrera". Hasta que llegó Antonio Cabello y le ofreció una oportunidad como profesional para esta campaña. Con gran disgusto de su familia y su novia, Rosendo dejó el trabajo y se volvió a montar en la bici. Es fácil comprender que haya aguantado un calvario para acabar la Vuelta a España. Su secreta hazaña no está cayendo en el anonimato. "Me han dicho que en mi pueblo han puesto mi nombre a una marcha cicloturista".