Edimburgo ahuyentó a las hordas de 'Satanás'

Escocia, pueblo sedentario que prefirió echar raíces para defender tradición, suelo e historia, se midió anoche en Edimburgo a Rumanía, nación nómada, zíngara y viajera. Dos países condenados a cruzarse en mitad del camino tarde o temprano. Los británicos viven años precarios para su rugby; los segundos tratan de revivir tiempos mejores, tiempos pasados.

Rumanía es, rugbísticamente hablando, una nación afrancesada. Fue Napoleón III quien tendió puentes con Rumanía tras descubrir Bucarest, "la París del Danubio". Y fueron estudiantes franceses quienes exportaron al Este el rugby. En los 70 Rumanía doblegó a Gales y Francia, pero con la dictadura de Caucescu el país, y su rugby, involucionaron. Llegó la revolución del 89, que no sólo se cobró la vida de Caucescu, varios jugadores fallecieron, entre ellos el capitán de la selección, Florica Morariu, asesinado por partidarios del régimen. Eso produjo un exilio masivo de jugadores a Francia e Italia, donde hoy militan casi un centenar. En los últimos años Los Robles aspiran a emular éxitos pasados. En los 90 la tarea le correspondió al francés Bernard Charreyre, El Pequeño Napoleón, ahora es cosa de Daniel Santamans, ex jugador durísimo conocido como Satanás. Glupp...(¡!).

Anoche se presentía un partido igualado tras el buen papel de las hordas satánicas, que en su choque ante Italia (24-18), dejaron a los azzurri sin bonus de ensayos (con lo que pierden terreno respecto a Escocia). Rumanía saltó a Murrayfield escocida por el vapuleo recibido allí en noviembre de 2006 (48-6). Los del cardo salieron en tromba buscando el bonus y así a los 70 segundos Paterson ya había posado un ensayo. Luego un hat-trick de Hogg y un doblete de Lamont certificaron el triunfo (42-0) y el bonus. Edimburgo presenció una victoria, que tumbó a las hordas satánicas y dejó maltrechas a las envenenadas huestes italianas.